martes, 30 de octubre de 2007

La doble presencia de Maribel Verdú en Valladolid


Ya lo cantaba hace años con su dulce voz Pablo Milanés en una de sus más conocidas canciones: “el tiempo pasa... nos vamos poniendo viejos...” Y el cine, podríamos añadir nosotros, contribuye más que nada en este mundo a acentuar esa inevitable sensación. Y es que viendo película a película a actores y actrices comprobamos, como si fuera un espejo que reflejara nuestro propio rostro, el devenir inexorable del paso del tiempo.

Tomemos por ejemplo el caso de Maribel Verdú. La hemos visto siendo casi una niña en series de televisión como "La huella del crimen", o en películas como "La Estanquera de Vallecas". Comprobamos como iba creciendo tanto personal como artísticamente en "El año de las luces", "Belle Epoque", "Huevos de Oro" y, sobre todo con "Amantes". Su plena madurez estalló con "La Buena estrella" y de ahí se fue a hacer las “américas” "Y tú mamá también" era uno de esos papeles que solo sirven para hundir a alguien o para confirmar que se es una actriz como la copa de un pino. Y ella sacó sobresaliente.

Ahora rondando ya la cuarentena (acaba de cumplir 37, el pasado 2 de octubre, que no me olvido) todo lo que toca lo convierte en oro. "El Laberinto del fauno" nos mostró a una Maribel de posguerra, herida en el físico y en el alma, demacrada y ojerosa. Nunca estuvo mejor. Y en "Siete mesas de billar francés" se abalanza sobre el tapete, con mirada felina y, sin necesidad de hacer carambola alguna, lleva, junto con Blanca Portillo, todo el peso de la película. En esta Seminci, Maribel Verdú está presente en dos películas: "Oviedo Express", de Gonzalo Suárez, y la hispano-mexicana "La Zona", de Rodrigo Pla. No es la protagonista de ninguna de las dos, pero lo mismo da. Su sola presencia garantiza personajes cuajados, creíbles, de esos que los haces tuyos en la mente sin ningún esfuerzo, con la misma facilidad que una cucharilla toma un trozo de flan.

Le bastan unas pocas escenas para agrandar cualquier película en la que participe. No me extraña que el mismísimo Coppola esté loco por ella y quiera que participe en su siguiente proyecto, "Tetro". Pero es que, además, en estas dos películas Maribel Verdú hace de madre (Como en "El niño de barro"), y no precisamente de bebés. En "Oviedo Express" Maribel Verdú es la mamá de una veinteañera Bárbara Goenaga y en "La Zona" de un chaval de dieciséis años. Y a nadie le extraña. Ella está en su sitio, como casi siempre, nada chirría.

Paradójicamente, y a pesar de su currículum, Maribel Verdú es una de las actrices menos premiadas del cine español. Ha sido, por ejemplo, cuatro veces candidata a los Goya y todavía no tiene en casa su cabezón. No diré que es una injusticia porque todos los premios, se lo den a quien se lo den, siempre tienen algo de discutido e indebido pero sí que es resulta extraño. En el último San Sebastián, sin ir más lejos, Blanca Portillo por "Siete mesas de billar francés" ganó la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina, cuando Maribel está igual de bien que ella y, además, los dos papeles se complementan y se enriquecen, como si fuera un buen partido de tenis jugado por los mejores tenistas del circuito profesional.

Sea como fuere, con premios y sin ellos, los que la admiramos solo podemos decirle algo parecido a lo que Errol Flynn susurraba a Olivia de Havilland en Murieron con las botas puestas: “Ha sido un placer pasear con usted, gracias a sus películas, durante todos estos años”.

(Texto de mi colega y sin embargo buen amigo Clint Westwood)

domingo, 28 de octubre de 2007

Primera crónica -ajena- de Valladolid



Venciendo mi natural vagancia y vergüenza, y gracias a unos gramos de mala conciencia profesional acompañados, eso sí, por un par de copas de “ruedas” y de “cigales”, me dispongo a contaros algunas cosas sobre esta Seminci, o sea, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, que acaba de iniciar su rumbo este año.

La Seminci, por si no lo sabéis, fue hasta hace unos años un Festival de referencia, que proyectaba lo mejor que se había visto a lo largo de todo un año en certámenes de mayor grado y prestigio, a saber: Venecia, Berlín o Cannes. Desde hace unos años, sin embargo, tanto San Sebastián, con su sección Perlas de otros festivales, como Sevilla y su festival de Cine europeo le han ido poco a poco mordiendo las orejas y Valladolid ha ido perdiendo paulatinamente su bien ganado prestigio. Sin embargo este año la edición promete.

En la inauguración se proyectó Persépolis”, una bella, divertida y emocionante película de animación de Marjane Satrapi que el pasado mes de mayo en Cannes entusiasmó a prensa y críticos y, de paso, se llevó el premio del Jurado. En Francia, donde los comics en los que se basa el film se han convertido en objeto de culto, están como locos por ella y la han elegido como la representante del cine galo en la categoría de película en habla no inglesa en los Oscar de Hollywood.

Si mi olfato no me falla algo mojará por tierras californianas, sobre todo porque una de las productoras ejecutivas es Kathleen Kennedy, la mano derecha de Steven Spielberg. Y además resulta que la película está francamente bien, se ve con una de esas sonrisas amargas, que te va dejando paulatinamente un regusto de tristeza. Habla, sí, de la caída del Sha y de la llegada de Jomeini y de su revolución islámica. Pero es, sobre todo, una crónica sobre el desarraigo personal, la historia de una cría que tiene que salir de su país y viajar hasta Europa para comenzar una nueva vida. En mi humilde, y desde Valladolid, algo etílica opinión, no deberían perdérsela. Ya sabe que los niños, los locos y los borrachos suelen decir la verdad.

(Texto de mi colega y sin embargo buen amigo Clint Westwood)

lunes, 22 de octubre de 2007

Fin de semana romano


El pasado fin de semana acudí al Festival de Roma, un evento que celebra actualmente su segunda edición. Era la primera vez -además- que visitaba la Ciudad Eterna. El asunto de los festivales, aquí en Europa (no así o al menos no tanto en América), depende de los políticos, de su "cinefilia" o la de sus asesores. En este caso, Walter Veltroni, el actual alcalde de la ciudad italiana, es un aficionado y no se le escapa que codearse con las estrellas es ganar nuevos espacios en los medios de comunicación. Me dicen que sus ambiciones políticas van más allá de los monumentos romanos.

Lo cierto es que Roma ha debutado con mucho dinero. Y eso se ve y se nota. Lo que no está muy claro es para qué se hace. Siempre que me hablan o me planteo hacer un certamen preguntó ¿cuál es el objetivo? En el caso romano, obviamente no será la promoción turística. La capital italiana está repleta de visitantes de todas las nacionalidades, y no es desde luego una ciudad en la que sea fácil moverse. Este festival complica aún más la vida de la capital, pero es muy posible que también aumente el disfrute de algunos de sus habitantes. Porque sí puedo asegurar que la respuesta de prensa, profesionales y público era más que notable.

Sin embargo, la primera crítica que me viene a la mente tiene que ver con las fechas: demasiado cerca de Venecia, con la que parece estar bien dispuesto a competir, y detrás de Toronto, a quien -como ya hace San Sebastián- deja la primicia de varios de sus títulos. Desde el punto de vista práctico, se nota que es un festival aún debutante. Pese a la gran cantidad de empleados, azafatas y staff en general, falta información fiable y coordinación entre ellos. Les pongo un ejemplo. Desde la zona próxima a Vía Veneto, donde estaban los centros del mercado (The Business Street) y la mayoría de los hoteles de los invitados, había un bus circular hasta el Auditorium, un centro cultural nuevo y lustroso donde se proyectaban las principales sesiones oficiales. Sin embargo, aún el segundo día del certamen en dos diferentes puntos de información las azafatas ignoraban este aspecto, y recomendaban tomar taxis, otros buses urbanos y el tranvía. Son cosas que muy posiblemente mejorarán con el tiempo cuando la organización adquiera mayor experiencia.

Para mí, por encima de todo, Roma 2007 ha sido la ocasión para ver la nueva película de Coppola, "Youth without youth", un film extraño, fascinante a veces, surrealista e increíble otras, con algún diálogo en el borde del ridículo, y un general acartonamiento. Lejos de sus grandes obras, aunque su autor reivindica su derecho a arriesgarse y buscar temas originales y "personales". No seré yo quien le discuta eso, pero al menos sí puedo decir que no huele a éxito de público.

Dicho todo lo anterior, ha sido interesante mi primera experiencia romana... y además volví a ver a mi muy querida Cynthia, a la que conocí en Santo Domingo.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Hasta pronto, Santo Domingo

Ya estoy de regreso a España después de las cálidas, en todos los aspectos, jornadas vividas en República Dominicana como jurado de la Muestra de Cine. Aproveché el viaje para dictar un seminario sobre Promoción de Cine que tuvo una muy buena acogida por estudiantes de cine, informadores y otros profesionales audiovisuales. Al igual que el año pasado ocurrió en Colombia y Venezuela, pienso que los alumnos descubrieron técnicas para asegurar una mejor difusión de las obras cinematográficas a través de la prensa, con un coste infinitamente menor que el campañas de publicidad pagadas, y con frecuencia mayor efectividad.

Algunos alumnos me comentaron cómo el seminario podría haber interesado a más personas que por el poco tiempo del que dispuso la Cinemateca Dominicana para organizarlo no recibieron la información. Sin embargo, quizás pronto tendrán una nueva oportunidad, ya que Omar Narpier, el fundador y responsable del departamento de Cine en la Universidad Dominicana me ha invitado a preparar un taller más amplio para el año que viene, y tal vez complementarlo con otra especialización en Periodismo Cinematográfico, de acuerdo con la facultad de Comunicación o el Colegio de Periodistas.

Pero, el motivo primordial de este viaje a Santo Domingo fue formar parte de un jurado que compartí con cuatro personas encantadoras. A veces trascienden peloteras entre los encargados de premiar en famosos festivales, pero mi experiencia personal, por ahora en cinco ocasiones (España, Cuba, Colombia, México y República Dominicana) no ha podido ser más afortunada. Me ha permitido estar cerca de gente interesante con la que en varios casos he conservado amistades. En este último caso, además, fuimos cómplices, y conformamos un grupo compacto y divertido, que compartió películas, comidas, noches de charla y mucho más...

Llevo en mi corazón a Sonia, Cynthia, José y Alfonso. Al principio, para mí los festivales eran un lugar para darse un auténtico atracón de cine. Sin perder de vista esto, ahora cada vez más creo que me dan la ocasión de intercambiar experiencias con personas que tienen en común conmigo el amor al cine, en gran medida el amor a la vida.

Aquí les dejo las imágenes del curso y de casi todos los miembros del jurado (falta Alfonso). Debo agradecer todo esto especialmente al equipo de la Muestra de Cine, entusiasta y vencedor en batallas realmente duras, a Arturo, Lidia y Luis, además de a Luis Rafael, de la Cinemateca, y a mi gran amigo Omar, con quien compartí comida china, cigarros y gratas horas de conversación.

domingo, 7 de octubre de 2007

Primera postal del Caribe



La verdad es que esta experiencia de ser jurado de la Muestra de Cine de Santo Domingo está resultando más enriquecedora y agradable de lo que imaginaba, porque mis colegas son personas interesantes amén de amantes del cine, y con un notable sentido del humor. Así que pienso que todos lo estamos disfrutando. Este sábado compartimos mantel en un restaurante italiano con una muy buena cocina (aunque el helado de mango me decepcionó), y una vez más constaté la maravilla de poseer un idioma común en el que entendernos y sentir, por encima de ser personas nacidas en República Dominicana, Ecuador, Argentina, México o España.

Se preguntarán qué hay del cine en todo esto... Lógicamente no voy a hacerles confidencias sobre las películas a concurso, sobre las que debo mantener la discreción al menos hasta que acabe el festival, así que sólo podría contarles que ayer ví la chilena "Padre nuestro", de Rodrigo Sepúlveda, fuera de competencia, una comedia dramática familiar un tanto irregular, a ratos muy emotiva, pero otras veces sobreactuada y esperpéntica, lo que finalmente le priva de ser una película totalmente redonda.

La Muestra se desarrolla en un centro comercial de la capital dominicana. Este sábado en la noche las salas se llenaron. Ha despertado mucho interés la película de Ripstein "El carnaval de Sodoma", ya que está basada en una novela de éxito del dominicano Pedro Antonio Valdez. La pusieron anoche, mientras nos ibamos a cenar, así que al hecho de que debo verla porque forma parte del concurso se añade el que no he hablado aún con nadie que la haya catado... Ya les haré mis comentarios en una semana.

Este lunes empiezo a dar un seminario de promoción de cine en medios de comunicación. El viernes tuve un desayuno con algunos periodistas y futuros alumnos. Hay bastante interés aparentemente. Supongo que la mayoría de los que tienen que ver con el cine son conscientes de que una buena promoción es fundamental para el lanzamiento de las películas. Siempre resulta gratificante poder compartir tu experiencia y transmitir conocimientos. Les haces ganar tiempo. Lo normal al menos en estos asuntos es constatar las cosas al cabo de los años, como me ha pasado a mí. Pero si alguien te da algunas claves antes, mejor.

El seminario lo doy en la Cinemateca Dominicana, que tiene muy buenas instalaciones, empezando por una sala amplia, que ahora mismo están reformando y dotando de las mejores condiciones de imagen y sonido. Lo malo es que sus actividades se limitan a la capital, y otras ciudades no cuentan con sucursales. Ojalá puedan seguir el ejemplo venezolano y descentralizarse, porque me cuentan que por estos lares es casi imposible fuera de festivales como el presente o la Cinemateca ver algo que no sea gringo.

Ya les seguiré contando. Aquí les dejo una foto de nuestra excursión a la playa de este sábado... En realidad apenas tuvimos tiempo de sacar 4 fotos antes de que cayera el sobrino del diluvio universal. No fue un verdadero día de playa, pero nos reímos mucho. La bella señorita a mi lado trabaja en Buenos Aires para la productora Miravista, perteneciente al imperio Disney.

Hasta la próxima...

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