domingo, 21 de diciembre de 2008

Sobre gustos académicos

Siempre he pensado que los premios y las candidaturas a los Oscars o los Goya (al fin y al cabo una copia local) tienen poca discusión posible. Son reconocimientos tan democráticos como unas elecciones. Un profesional del cine-un voto. Lo que salga es lo que sienten, quieren y piensan los miembros de la Academia correspondiente. Hecho este preámbulo, asumo que debo estar equivocado, he perdido mi apreciación fílmica o no vimos ellos y yo la misma película. Hablo de "Sólo quiero caminar", un cinta que podría considerarse una opera prima de un futuro buen director, que apunta maneras, sobre todo estéticas, pero que ha usado un guión poco trabajado, con más agujeros que un queso gruyere. Pero no, resulta que su responsable, Agustín Díaz Yanes, lleva muchos años en esto, y es -me dicen- el guionista mejor pagado de España.

Servidor, que fue al cine con ganas de pasárselo bien y la esperanza de ver al menos algo tan interesante como "Nadie hablará de nosotras...", salió más bien indignado de la sucesión de incongruencias vistas en pantalla... personajes mal construidos, que no se sabe de dónde vienen y a donde van, y por qué hacen lo que hacen. ¿Cómo se puede ser a la vez funcionaria de justicia, puta y miembro (miembra que diría una ministra...) de una banda muy profesionalizada de ladronas?

No me considero un tradicionalista de la forma de narrar. No me importa que se me desestructure una historia al estilo Guillermo Arriaga o me inviten a que yo mentalmente le dé forma y rellene los huecos, a partir de pistas que al final encajan. Pero de eso a que me obliguen a creerme la más surrealistas de las historias... Es demasiada complicidad la que exige Díaz Yanes.

Imagino que no soy el único en pensar así porque la peli se dio un buen batacazo en taquilla. Se estrenó en muchas salas que ya quedaron considerablemente vacías el primer fin de semana y el boca a oído no funciono de ninguna manera. Y eso que Antena 3 -coproductora- le hizo una buena campaña publicitaria.

El caso es que ahora Díaz Yanes es candidato a mejor director y guionista, sobre todo lo último visiblemente tan peregrino como su película. Diego Luna está bien, no cabe duda. Yazpik también se defiende... pero que "Tano" pueda lograr el Goya a mejor guionista me rompe todos los esquemas. Pero ya digo, probablemente el equivocado sea yo porque varias decenas de guionistas y otros profesionales del cine español creen que es mejor guionista que Woody Allen y mejor director que Steven Soderbergh...

martes, 16 de diciembre de 2008

El oficio maldito de escribir

Los guionistas son como la rueda, un invento fundamental para la historia de la humanidad al que nadie le da hoy la menor importancia. Ellos son los que al menos representan el 50% en el éxito de una película o una serie televisiva, y tienen de parte de los productores un tratamiento laboral equiparable al de las chicas de club de carretera. He seguido con interés las noticias de los últimos días, y he llegado a la conclusión de que guionistas y periodistas tenemos muchas cosas en común, aunque empiezo a considerar que lo nuestro, lo de los que informamos, es todavía más deprimente.

Se dice que los guionistas españoles hacen mucho ruido pero en el fondo sus posibilidades de movilización, de huelga o de paralización de la industria audiovisual nacional son nulas. Apenas 200 están integrados en el único sindicato existente, ALMA, que ni todos de acuerdo para dejar apagados los ordenadores conseguirían mucho más que unos cuantos titulares de prensa. A los periodistas nos pasa lo mismo o peor. No hay sindicatos de periodistas (como en otros países), sólo asociaciones provinciales de la prensa que se parecen más a mutuas de previsión que a organismos capaces realmente de defender a los que nos ganamos malamente la vida informando al prójimo. Jamás ha habido una huelga de profesionales de la prensa en España, ni la habrá. Nunca una asociación de la prensa ha dicho ni mú por la explotación de los becarios, ni por los horarios abusivos, ni los sueldos congelados, ni las colaboraciones mal pagadas igual o más bajas que hace una década, ni la pésima calidad de la formación universitaria, ni las presiones de las empresas para ser fieles a la "línea editorial" del partido... perdón, del medio...

No conozco lo suficiente el mundo de los guionistas como para asegurar que tienen lo que se merecen, pero llevo casi 30 años trabajando en diarios, revistas, emisoras, agencias, internet... y puedo afirmar que nosotros los periodistas sí merecemos lo que tenemos o lo que sufrimos, puesto que nos preocupa mucho más quitar una exclusiva a un compañero o difamarlo porque trabaja en un medio de la competencia que la miseria que ganamos, y las pésimas condiciones laborales que la mayoría (salvo las estrellas mediáticas o los directivos-periodistas) sufrimos, y hasta nos parece lógico que el becario o becaria de turno trabaje gratis, "porque por eso pasamos también nosotros"...

Volviendo a lo de los guionistas, una frase se me ha quedado grabada de lo leído estos días: Alguien que preguntaba a un líder sindical de los guionistas si era cierto "que algunos guionistas eran pagados como redactores"... Bueno, pues eso, imaginen qué puede ganar un redactor, un periodista... para que su sueldo sea utilizado dialécticamente como sinónimo de abuso laboral...

lunes, 15 de diciembre de 2008

And the Goya's winner is...

Este lunes los productores asociados a EGEDA, el chiringuito de gestión de derechos de los que producen las películas españolas, han hecho públicos sus candidatos a los premios anuales José María Forqué. Entre ellos está una película de director norteamericano, "Che, el argentino", de Steven Soderbergh. Posiblemente es el avance de lo que está por venir. Nada debería impedir que en los Goya pudieran optar al premio a mejor actor Benicio del Toro por esa misma película, Alain Delon a mejor actor de reparto por "Asterix y Obelix en los Juegos Olímpicos, o Woody Allen al de mejor director por "Vicky Cristina Barcelona".

¿No hay una tal Penélope Cruz camino de ser candidata al Oscar por segunda vez con esa comedia catalana del cineasta neoyorquino? Pues lo lógico es que la Academia española se abra en mayor medida a los talentos foráneos que participan en películas que a efectos legales son españolas.

Hace poco mirábamos los resultados de taquilla de las películas nacionales durante el año. Si se ronda el 15% de cuota de recaudación es precísamente gracias a películas como las ya citadas, que no tienen directores españoles pero sí una participación económica importante y un rodaje total o parcial llevado a cabo en el suelo patrio. Sin esas coproducciones los productores tendrían que explicar por qué su negocio es tan ruinoso.

Los nacionalismos artísticos han quedado más desfasados que una máquina de escribir. El capital, ya lo decían los marxistas, no tiene patria. Menos aún el talento. Si para el Ministerio de Cultura películas habladas en francés o inglés, o dirigidas por un americano de pura cepa son españolas, ¡bienvenidas a los Goya! Si en su día se les dió el "pasaporte" español, pues deberían ser consideradas igual que las de Amenábar o Almodóvar...

No obstante, recordemos el agravio comparativo que el cine latinoamericano o mejor dicho iberoamericano ha tenido en los Goya... No es raro encontrar candidatas a mejor cinta hispanoamericana en años pasados que eran coproducciones con España, y por tanto podrían haber sido elegibles en otras categorías. Este mismo año sucede al menos con una, "Acné", que tiene un coproductor español. Ya es hora que se considere a los profesionales latinoamericanos que participan en esas coproducciones a todos los efectos como posibles candidatos en todas las categorías.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La venda donostiarra antes de la herida

El equipo directivo del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, presidido por Mikel Olaciregui, hizo pública días pasados una nota en la que amenaza con una dimisión colectiva en caso de que las instituciones rebajaran su aportación al certamen con la bastante justificada excusa de la crisis económica, que obliga a una austeridad presupuestaria.

De hecho, una de esas instituciones, la Diputación guipuzcoana, ya había propuesta una rebaja en su subvención de 90.000 euros, que tampoco es como para desbaratar el presupuesto del Zinemaldia donostiarra...

Pero, en su nota, los responsables del certamen hacen referencia a otro tema que en principio no parece tener que ver, aunque quizás sí... Afirman que en los dos últimos años han acumulado un déficit en sus cuentas de casi un millón de euros, algo que califican de "estructural" (?) y comentan que sólo equivale al 5% de sus cuentas totales, y que lo van a absorver sin exigir más ayudas públicas.

A nadie se le escapa que el dinero es un ingrediente fundamental para el brillo de un festival, donde el mayor capítulo de gasto suele estar en los invitados, sobre todo los relacionados con las películas proyectadas y otras actividades paralelas.

La amenaza de Olaciregui y sus colaboradores apunta a que se irán si no reciben las subvenciones "en las condiciones que, desde nuestra responsabilidad profesional, consideramos necesarias".

Es un órdago en toda regla, que como sabe cualquier jugador de mus, puede obtener o un éxito total o un fracaso rotundo, sin medias tintas.

Desde mi experiencia personal en la organización y asesoría de festivales, creo que Olaciregui y compañía se equivocan. Su estrategia es arriesgada, pero sobre todo su actitud es más que discutible. Creo que estamos en un momento en el que hay que ser flexible, porque la crisis afecta a todos y hay que responder ante ella solidariamente. Esa soberbia de decir: "A mi que no me toquen" demuestra una peligrosa autosuficiencia, sobre todo considerando que sí se puede hacer el festival con menos dinero. ¿Sería menor la brillantez? Quizás sí y quizás no. Todo depende a donde le metieran la tijera.

Si nos ponemos a analizar el contenido de San Sebastián y otros macrofestivales, realmente sus puntos destacados están acompañados por otros contenidos prescindibles. Varios han sido los festivales que en los últimos años han reducido secciones y número de títulos. Y no ha pasado nada. Un festival con 500 películas no es mejor que uno de 100. No pretendo dar lecciones a los directivos del festival donostiarra. Sería otra muestra de soberbia. Sólo sé que es posible reducir su presupuesto concentrando esfuerzos en los apartados que realmente son rentables desde el punto de vista del público y de los medios de comunicación.

Finalmente, sí me parece grave que ese déficit acumulado sea tratado con tanta benevolencia, como si un millón de euros fuera una minucia. La mayoría de los festivales españoles tienen presupuestos inferiores a esa cifra. Honra -eso sí- a Olaciregui y compañía lo que cuentan en su nota, que pusieron sus cargos a disposición de las instituciones en relación con este tema y fueron ratificados en ellos. Por esto también deberían apretarse el cinturón, en cualquier caso...

De cualquier manera, no seré yo quien crea que en este momento sería deseable un cambio de dirección en el Zinemaldia, aunque quizás sí una vuelta de timón y una actitud más austera en lo económico y sobre todo más original en su programación, demasiado dependiente de Toronto y otros festivales, pero ese sí que es otro tema.

martes, 4 de noviembre de 2008

La Seminci, camino de la reinvención

Los festivales de cine son como los buenos vinos. Cada botella es distinta, incluso dentro de la misma marca, y por supuesto las cosechas influyen en el resultado final. La climatología según los años también tiene que ver. Pero, a diferencia de la industria vitivinícola, quien manda en la bodega tiene gran importancia. Valladolid, la Semana Internacional de Cine de esta ciudad castellana, Seminci para nosotros, acaba de cerrar sus puertas con la primera prueba de fuego para su nuevo director, el periodista Javier Angulo.

Siempre digo que un festival es una de las tareas humanas en las que la suerte es tanto o más importante que la voluntad, inteligencia y capacidad de trabajo de sus organizadores. Angulo no la ha tenido especialmente buena, al menos este año. No sólo su puesto cambió, sino buena parte del equipo, por la entrada de una nueva empresa que gestiona el evento. Los ayuntamientos e instituciones quieren quitarse lastre y están privatizando la gestión de muchos eventos, lo cual no estoy muy convencido de que sea la mejor de las soluciones. Pero ese es otro tema.

El caso es que hubo fallos organizativos en la venta anticipada por internet de las entradas, que causaron sobre todo la ira de algunos espectadores, y que deslucieron desde la óptica local el certamen. La nueva dirección declinó toda responsabilidad y la achacó a la empresa contratada por la Seminci, pero para el que hizo cola y no consiguió butaca o se encontró que a pesar de tenerla la sala estaba llena, es a la cabeza visible, o sea a Angulo, a quien pueden culpabilizar.

Por encima de este detalle, el nivel de las cintas mejoró, y hubo bastantes invitados destacados. Es de esperar que la cosa mejore considerablemente el año próximo, cuando el equipo se consolide y Angulo controle todos los resortes con el tiempo suficiente. Porque lo nombraron en verano, apenas unos meses antes de esta última edición.

Muchos nostálgicos recuerdan -recordamos- aquellas brillantes Semincis de los 80 y 90 cuando todas las películas se dividían en buenas y mejores, porque el certamen era un verdadero festival de festivales, que traía en primicia lo mejor de Cannes, Berlín o Venecia. Ese festival, que bajo el mando del actual director general de Cine Fernando Lara, vivió sus mayores momentos de gloria no puede volver, ni aunque su mentor se sentara de nuevo en un despacho del Teatro Calderón, por la sencilla razón de que, como decíamos al principio, todo cambia.

San Sebastián tiene desde hace unos años una sección llamada "Perlas de festivales" que le roba parte de lo mejorcito, y otros festivales previos y el posterior de Sevilla, dedicado en exclusiva al cine europeo y con sustanciosos premios en metálico, pueden llegar a ser más seductores para los distribuidores nacionales e internacionales.

Es ahora mucho más difícil dirigir Valladolid. A Javier Angulo, a quién habrá que juzgarle de verdad en un año, le espera una dura tarea.

lunes, 13 de octubre de 2008

La mala memoria de Tony Curtis

Malos tiempos para todos. Sobre todo para los que ya no trabajan, y en los últimos años lo han hecho bastante poco. Por ejemplo, mi otrora querido Tony Curtis, uno de mis comediantes favoritos. El protagonista de "Con faldas y a lo loco", "Operación Pacífico", "El estrangulador de Boston" o "Adiós, Charlie" acaba de publicar un libro de memorias en el que canta las alabanzas eróticas de Marilyn Monroe y dice que fue la mejor amante de su vida junto a su actual esposa (declaración esta preventiva para evitarse una petición de divorcio que le acabaría de arruinar).

Al leer la referencia previa a la publicación del libro, esta misma semana, me he acordado de lo mal que hace unos años le caía a Tony mi adorada M.M.

Una de mis primeras entrevistas a una figura de Hollywood fue precisamente con Curtis, cuando rodaba en las afueras de Madrid una nefasta serie "B" llamada "Othello, el comandante negro". Sentados ambos en el campo, aquel día de principios de los 80, cuando le pregunté por Marilyn, su primera frase -se me quedó grabada- fue "Terrible woman", y luego me contó cómo el rodaje de "Con faldas y a lo loco" fue un infierno por sus constantes retrasos y caprichos. Obviamente no la recordaba con cariño, precisamente...

Pero bueno, el tiempo todo lo cura, y sobre todo -ya octogenario-, al pobre Curtis no le queda más remedio, para complementar la pensión, que escribir libros, y él sabe muy bien que contar intimidades de Miss Monroe vende mucho. Por eso ahora estamos hablando de él. Yo mismo lo hago.

La verdad es que la última imagen del actor norteamericano la publicamos de la mano del amigo Leopoldo Soto, cuando le hicieron un homenaje en Montreal, el pasado septiembre, postrado en una silla de ruedas... Pobre.

A ratos o siempre somos víctimas de los demás y de nosotros mismos. Marilyn lo fue demasiado pronto, Tony justo ahora. Yo prefiero recordar a ambos en aquella espléndida escena del maestro Wilder, cuando Sugar Kane (M.M.) intenta curarle a quien cree es el heredero de la Shell Oil (T.C.), en su yate, su insensibilidad hacia las mujeres. Es sin duda esa escena de "Con faldas y a lo loco" una de las más excitantes -y a la vez divertida- de la historia del cine. Puro sexo...

No se si Tony y Marilyn fueron tan buenos amantes. Eran jóvenes y bellos, y no tan tontos como para desperdiciar la ocasión. Siento, eso sí, que los momentos de placer que compartieron no resultasen suficientes para que él no acabara odiándola por sus problemas personales, insomnios y pastillas, que redundaron negativamente en el aquel rodaje de Billy Wilder. El cual -sin embargo- para mí es una de las mejores películas jamas rodadas y sin duda la mejor comedia. Así lo vieron en el American Film Institute, no lo digo sólo yo.

domingo, 5 de octubre de 2008

Constatación de la chapuza congresual

Ahora creo que ya podemos hablar, una vez terminado el famoso Congreso de Cultura Iberoamericano, coorganizado por España y México en este último país y dedicado al cine, sobre sus resultados, por encima de las primeras impresiones ya comentadas aquí mismo. Me temo que lo que hace unos días se veía venir es ya una evidente realidad.

No se muy bien cuáles eran las pretensiones de este evento. Quizás no las hubiera aparte de celebrarlo. En cualquier caso si lo que buscaban es algún resultado práctico, dudo muchísimo que lo logren, ni siquiera a medio plazo. Las conclusiones oficiales son una recopilación de las evidencias que todos ya teníamos antes. Resulta divertido que sean precisamente las "autoridades cinematográficas de Iberoamerica" quienes han elaborado este documento que dicta cómo deberían ser las cosas... justamente ellos que son quienes estaban y están en medida de hacerlas realidad, cosa que obviamente no han hecho, o al menos no han terminado de hacer, ya que ahora lo reivindican como pendiente.

Asumo que arreglar los problemas del cine iberoamericano no es algo sencillo, ni depende sinceramente de un congreso, dos o tres... Si los gobiernos de nuestra región no son capaces de ponerse de acuerdo sobre cuestiones más vitales que el cine, no vamos a pretender este otro milagro.

Lo que sí podemos y debemos achacar a los organizadores del Congreso de Cultura Iberoamericana es el haber es primero su "amateurismo" e improvisación, y el haber perdido una oportunidad de oro para lo que sí se podía haber hecho: promocionar el cine iberoamericano, que se hablara de él fuera de las páginas de determinadas publicaciones industriales o en la esquina inferior de las páginas de cultura.

Respecto de lo primero: Se anunció mucho y ocurrió poco. Iban a acudir muchas personalidades y quedó en reunión de amiguetes. Ni Bardem ni Amenábar, que estaban en lista, aparecieron, por sólo dar dos nombres. Podría este evento haber dado la imagen de unos profesionales de los diferentes paises unidos en favor de una idea compartida: crear un mercado común para nuestro cine. Junto a Banderas, que sí fue, hubiera sido bueno ver a Salma Hayek, a Darín, a Perugorría, a Talancón, a Luppi, a Sandino, a Eddie Olmos... y no sigo porque creo que saben por dónde quiero ir. Si al menos parte de los más populares talentos, y no hablo sólo de actores, hubieran acudido al DF todas las televisiones y las portadas habrían hablado y mostrado esa "quimera" (como hace pocos días dijo Darín) llamada cine iberoamericano.

Aún hoy si se visita la página oficial del Congreso, faltan los panelistas participantes en esos ambiciosos seminarios que se anunciaron completísimos y quedaron en reuniones (no sabemos de quien...) muy limitadas. Por ejemplo, podría referirme al que a mí particularmente más me interesaba: "Periodismo cultural y crítica cinematográfica". Supuestamente iba a hablar de "la cobertura en los medios del cine, cómo mejorar la calidad informativa en la cobertura sobre cine iberoamericano, la crítica cinematográfica en Iberoamérica, las transformaciones del periodismo cultural y la crítica de cine en los medios digitales, los blogs y nuevas formas de crítica, y nuevas visiones de la ética periodística para los problemas del mundo en internet" (esto es un resumen, quien quiera consultar los planteamientos previos íntegros puede leerlos aquí). Pero, siempre si nos fiamos de lo publicado en la web oficial, todo esto quedó en dos sesiones una titulada "El futuro de la crítica" y otra "Cobertura informativa del cine como industria y espectáculo".

Agradecería si alguien me dice quienes fueron los reconocidos panelistas iberoamericanos participantes, porque ni los boletines informativos oficiales ni la web del congreso consideraron interesante decirlo.

En fin, que este Congreso como nos temíamos días atras no ha servido de casi nada. Otra oportunidad perdida...

jueves, 2 de octubre de 2008

De los juegos florales al Congreso de Cultura

Los Juegos Florales han caído en desuso. Ya casi no se reúnen los rapsodas y poetas para lanzar al aire sus ripios. Ahora se llama Congreso de Cultura Iberoamericana y por primera vez se está celebrando en México, con el cine como punto de atención.

Mucho me temo que este evento va camino de ser un considerable fiasco, un paño caliente de rápido enfriamiento, una reunión de amigos a cuenta del erario público... Anunciado a bombo y platillo por las autoridades culturales españolas y mexicanas, su globo de deshincha hora a hora. De la primera lista de personalidades invitadas se han caído nombres importantes, aunque mejor esperar al final antes de contrastarla con la realidad.

No discuto la necesidad primero de reivindicar la existencia de una cultura común iberoamericana, que en el cine tiene una de sus manifestaciones más populares, y segundo de buscar la fórmula para que lo que nos une se convierta en un mercado. Por mucho que Wall Street tiemble, hay capitalismo para rato, y el cine es una industria que se justifica por el negocio y los beneficios. Hay que encontrar la manera de que los productos circulen por todos los países del área cultural iberoamericana y obliguemos a los norteamericanos a dejarnos un hueco en nuestras salas, logrando por supuesto que el público se familiarice con otros acentos y otros actores.

El problema es que tal y como está planteado y con los invitados que están acudiendo el Congreso que se celebra en el Centro Nacional de las Artes no va a representar el más mínimo avance en este terreno. Mucho funcionario cantará las alabanzas de sus respectivas fórmulas nacionales de apoyo al cine, pero ¿dónde está la verdadera industria, los productores, los distribuidores, los exhibidores? ¿Quién planteará o quienes aprobarán soluciones?

Invito a cualquier interesado en echar una ojeada a la página oficial del evento, donde la lista y los horarios de las mesas redondas, pero deben de tener tan poco claro quien participará en ellas que sólo en algunas aparecen los panelistas.

Todos los aficionados sabemos que la vanguardia de este negocio está en los creadores y sobre todo en los que dan la cara, los actores. Con excepción de Antonio Banderas, ¿qué otras figuras internacionales del cine latino están en Ciudad de México? Por supuesto muchas viejas glorias con escasísima representatividad en las taquillas, como Oliveira, Ripstein, Littin o Saura se han apuntado al bombardeo, pero y los que sí llenan las salas... ¿Donde están los "tres amigos", los Del Toro, Iñárritu y Cuarón, por no hablar más que del talento local...

Este martes se hizo una mesa redonda de actores. Veo la foto: Cuatro actores mexicanos, tres españoles y un urugüayo... ¡Vaya representatividad iberoamericana! Al menos Banderas justificó la presencia de las cámaras...

Si al menos éste fuese un evento que por su presencia de figuras populares (no de dinosaurios, con perdón) resultara mediático dejaría algún tipo de poso, pero aparte de renunciar a unas conclusiones creativas y con consecuencias a medio y largo plazo, también se ha renunciado -o por incapacidad se ha fracasado en el intento- a tener colorín.

Esperemos que alguien en las dos próximas ediciones anunciadas, las de Brasil y Colombia (en las que el cine previsiblemente no tendrá el mismo protagonismo que en esta), considere que aparte de los Juegos Florales hay que regar las plantas para que crezcan.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

San Sebastián, desde lejos

Otro festival de San Sebastián que comienza y otra edición a la que no puedo acudir. Antes intentaba no perdérmelo. Era más fácil puesto que tenía casa familiar allí (es mi ciudad natal). Pero bueno, el tiempo pasa, la gente muere o se muda... Y ahora entre el trabajo y el alto costo de pasar 10 días allí, tengo que privarme.

Tampoco se acaba el mundo. Muchos años estuve allí y poco o nada ha evolucionado el certamen donostiarra. Ha crecido, el Kursaal es feo, mucha más gente, muchos más periodistas... La nostalgia es uno de mis pecados capitales, así que no voy a abundar en la bondad del tiempo pasado. Lo que no cambia es el optimismo visceral de sus organizadores. Mikel Olaciregui, su director, sigue diciendo que el donostiarra es el cuarto festival del mundo. Tengo mis dudas sobre si olvida a Sundance y Toronto, o se considera por delante de Berlín o Venecia. Ambas cosas son temerarias.

No puede dudar Olaciregui y su equipo que Toronto está considerado si no como el primero al menos el segundo (tras Cannes), y la prueba la tiene en que más de la mitad de las pelis que ellos han seleccionado en su sección oficial resulta que se estrenaron mundialmente en el certamen canadiense. Si, allá no hay concurso, pero lo importante no es si se llevan o no premio, sino qué festival logra la primicia de esos títulos.

Con permiso de Locarno o Rotterdam, podríamos discutir si el donostiarra es el cuarto mejor... de Europa, pero el "ranking" tampoco es tan importante. Si les hace felices autoconvencerse de que Donosti es el cuarto del mundo, adelante. Luego pueden decir que el txakolí es el tercer vino blanco mejor del universo y el funicular de Igeldo el más "chic" de la galaxia.

El caso es que mi ciudad es una de las más bellas de la tierra, que se come muy bien, y que hay mucho cine para ver y disfrutar. Eso es suficiente para pasarlo bien durante el festival. Si de veras quieren competir, tendrían que cambiar demasiadas cosas, y eso sería traumático para muchos, empezando por las fuerzas vivas de la localidad.

De la cosecha de este año, sin embargo, debo felicitarles por haber conseguido la última cinta de Kim Ki-duk, un peso pesado del panorama festivalero, que no acabo de entender por qué no estuvo estrenándola en Venecia o Toronto. Si pensamos mal, podríamos deducir que su "Dream" no hay por dónde agarrarlo, pero el mundo del cine y sus relaciones son muy complicadas, así que mejor me espero al pase de la peli en el Kursaal antes de aventurar el motivo del éxito donostiarra.

Personalmente, sigo lamentando que sus seleccionadores apuesten de nuevo por Europa (ahora también por Asia), porque a eso ya juegan los dos festivales antes citados y el resto. Si yo fuese el responsable jugaría la carta iberoamericana. En ese terreno sí que se puede ser ganador y acaparar estrenos mundiales, que es de lo que se trata, por si no lo saben.

También hay que felicitarles por Meryl Streep... Por fín no hay restos de serie para el Premio Donostia. El palmarés de estos últimos años salvo excepciones era más bien lamentable. De Antonio Banderas no voy a decir nada, porque es una bellísima persona y se merece todo lo bueno que la vida le conceda.

Aunque de lejos, seguiré atento al certamen donostiarra, porque ha sido parte de mi vida, parte importante.

domingo, 7 de septiembre de 2008

San Ernesto Guevara

Este fin de semana fui a ver "Che: El argentino", a sala llena (no era muy grande), lo cual fue toda una satisfacción. El estreno de la primera entrega del díptico de Steven Soderbergh sobre Ernesto Guevara, primero comercial tras el lanzamiento mundial en Cannes, ha hecho bastante ruido en España, país que en buena medida ha financiado la doble "biopic". Lo pasé bien, aunque no sea una obra maestra y se eche de menos una mayor distanciación crítica hacia el personaje histórico retratado.

Y es que "Che", al menos en su primer capítulo, es una hagiografía en toda regla, un canto a la personalidad heroica del revolucionario sin patria, con un alto sentido del deber, humanista, justo y justiciero... y hasta guapo. Me recordaba a aquellas películas de vidas de santos que veía en los bajos de la catedral donostiarra del Buen Pastor, complementarias a la catequesis. Al Che de Soderbergh sólo le falta hacer milagros... suponiendo que la toma de Santa Clara no lo fuera.

Guevara es un personaje histórico muy interesante y es difícil no simpatizar con su lucha, pero hubiera agradecido algún detalle "negativo" o al menos dudoso, oscuro, ambiguo... Sin embargo, el único vicio del Che Benicio son los benditos habanos... A su lado tiene a la amantísima Catalina Sandino, que bien merece unos cuernos, pero el comandante sólo piensa en la familia de dejó en México y no muestra debilidades humanas, alguna tos aparte.

Me encantó Demián Bichir, que ha trabajado con virtuosismo la recreación de Fidel, borrando su propio acento mexicano para adquirir el tono monacal del comandante supremo. Puede que fisicamente no se parezcan tanto, pero con esa voz te lo crees desde el primer minuto.

Quizás esta muestra de cine bíblico-revolucionario se salga un poco de la vía apologética con el personaje de Camilo, en el que se atisba simpatía y humor, o sea humanidad, frente al resto de los apóstoles. Ha sido el venezolano-chileno Santiago Cabrera el encargado de dar vida a Cienfuegos. El casting, una especie de "Iberoamerican All Stars", es de lo mejorcito de la película, aunque en algunos casos patine el acento. Sobre todo en el brasileiro Rodrigo Santoro (Raúl Castro) o la española Elvira Mínguez (Celia Sánchez), pero también se echa de menos un soniquete más argentino en Del Toro-Guevara, que -aparte de decir "Che" profusamente- suena siempre a caribeño.

Pero bueno, la película se disfruta, sobre todo si como yo dejaste parte del corazón enterrado en Cuba, y además, nadie es perfecto... salvo el Che...

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cine de autor y otros demonios

El cine de autor está en crisis. Sí, ya sé que su situación si exceptuamos una década a caballo entre los 60 y los 70 nunca ha sido boyante, pero ahora diversos síntomas muestran señales de putrefacción nada tranquilizadoras. Desaparecen o se concentran productoras, se reduce su mercado, menudean los espectadores, los festivales no encuentran buena materia prima...

Lo primero sería definir qué es o qué entendemos por cine de autor, una polémica tan vieja como la del cine independiente, que es una forma moderna de llamar a casi lo mismo. Se supone, o así lo entendíamos en mis tiempos de cinestudios y arte y ensayo, que es cine de autor el de aquellos cineastas que disponen de la máxima libertad creativa, la cual no queda mediatizada por un estudio o un productor. El problema surge cuando algunos directores alcanzan tal poder que se convierten en sus propios productores, y negocian de tu a tu con los financieros hasta conseguir abultados presupuestos que no difieren de los que de las superproducciones diseñadas como simples productos destinados a alcanzar rápida rentabilidad. Hablo por ejemplo de un Spielberg o un Cameron. En el extremo opuesto nos encontramos con otro palo en la rueda de nuestra definición: la de aquellos productores-autores que acaban mediatizando a sus directores y se empeñan en meter mano en guiones, castings o campañas de promoción. Estoy pensando en Querejeta, por ejemplo, cuando se peleó con Erice por "El sur".

En cuestiones de cine, amigos míos, hay pocas verdades eternas, escasas certezas y definiciones nada universales.

El otro día leía una anotación en el blog de Peter Bart, editor de Variety, sobre lo que ellos llaman "Art House Movies", equivalente a nuestro cine de autor, en el que las calificaba como "especie en peligro de extinción". Y es que las cifras de taquilla bajan cada año para esos títulos, ante el desinterés del público. Ahora mismo estamos viviendo en Venecia la mala acogida recibida por la mayoría de las películas presentadas, que podríamos situar en ese mismo género.

Hay demasiadas circunstancias negativas: Escasea la audiencia, se multiplican los nuevos autores que graban cualquier cosa con su cámara HD, los viejos dinosaurios han agotado su talento pero siguen copando muchos espacios, y quedan demasiado lejos las fascinantes obras de los directores italianos, franceses o independientes americanos de los 60 o los 70.

No podemos pedir al aficionado, sobre todo a los más jóvenes que se han criado en la teta derecha del videojuego y la izquierda del videoclip, que soporte espesas contemplaciones del ombligo o plácidos crecimientos de la hierba en las puestas de sol. Entre todos la mataron y ella sola se murió.

En el fondo, al cine de autor le pasa igual que al de los grandes estudios: el talento se hace cada vez más raro. Falta interés en las superproducciones repletas de efectos digitales y escasea entre los autores. Quizás la diferencia radique en que a las primeras les basta con llenar salas el primer de semana y con ello se dan por satisfechas, y en cambio a los segundos les importa un carajo lo que opine el público, porque ellos están por una parte subvencionados y por otra más que convencidos de haber hecho una obra maestra. Siempre habrá un par de críticos estructuralistas que encontrarán arte donde sólo los demás sólo vemos un soberano coñazo.


sábado, 9 de agosto de 2008

Chicas de Lviv

Estoy en Lviv, Ucrania, una ciudad de la que hace un mes ni conocía su existencia. ¿Que qué hago aquí? Bueno, sería largo de explicar... Soy un animal de costumbres con una periódica doble personalidad aventurera. Me encanta una vida monótona y tranquila, hasta que decido ayudar al guionista de esta puta vida a dar un giro inesperado. Al fin y al cabo esa es la sal de la existencia, un libreto anónimo para una película en la que actuamos por intuición, pero que va volviendo interesante, ya que la trama es cambiante e imprevisible. Me dirán que el final lo conocemos todos, pero yo soy de los que piensan que parte del interés de llegar al desenlace está en el qué pasará luego, si habrá secuela o "remake", cuando terminen los títulos de crédito y se enciendan las luces de la sala.

Aunque advierto que hoy no les hablo de cine, porque mi presencia en esta hermosa ciudad ucraniana, centroeuropea, con una larga historia de posesiones polacas y austro-húngaras, nada tiene que ver con el Séptimo Arte, sino con vacación y locura, con la búsqueda de una quimera. Lviv, en este agosto, estalla de luz y de vida. Sus habitantes llenan las calles, rodean los monumentos de estilo neoclásico, las iglesias de cultos católicos polacos y ortodoxos, disfrutan de los bulevares y las avenidas, se sientan en las terrazas de los bares repletas de flores... Pero sobre todo, para mí, Lviv es el escenario para una diaria recaída en el mal de Stendhal, el doloroso disfrute de un espectáculo artístico que no es séptimo, sino primero: las mujeres.

Lo siento, puedo parecer prosaico, pero desde mi tierna infancia he considerado al elemento femenino, con todas sus contradicciones e inexplicables comportamientos, como un espectáculo de belleza y gracia. además de una presencia necesaria para la felicidad (e inevitable infierno de dolor en ocasiones). Mujeres hermosas las hay en todas partes. Lo que diferencia un país o una ciudad es la cantidad y la calidad. Y aquí, ambas son supremas. Las ucranianas sólo son comparables en belleza a colombianas o venezolanas, aunque obviamente en un estilo bien distinto. Aquí tienen -además- gracia y elegancia, a veces sencillez, a veces sofisticación, pero siempre encanto.

Disfruto sentándome en una terraza o en banco de un paseo, y viéndolas pasar, solas, en parejas o grupos, con los novios, maridos o niños... Preciosas ninfas de largos y lacios cabellos rubios, morenas con flequillo y narices respingonas, jóvenes de rasgos eslavos o de simple e indefinible belleza sin patria de la que llena las revistas de modas, ojos de gatas, largas piernas de modelos de pasarela, en ocasiones redondas curvas mediterráneas... Un regalo del cielo o del guionista de mi vida por el que estoy francamente agradecido.

Ni que decir tiene que me conformo con mirar y suspirar. Por costumbre y porque aquí todas o casi todas no saben inglés y sólo hablan ucraniano o ruso. Además sería turbar su tranquilidad y quizás romper el encanto de lo bello e inalcanzable. Me conformo con miradas furtivas, contemplaciones a distancia, fantasías e imaginaciones de lo que nunca ocurrirá... o como diría Julieta Venegas... de lo que no merezco o quizás sí, pero aunque yo quiera, ellas no.

viernes, 8 de agosto de 2008

Humo, alcohol y ambiciones

Acabo de terminar la primera temporada de la serie televisiva "Mad men", creada por Matthew Weiner. He de reconocer que llevo unos meses sumido en la adicción a las series... a las buenas, quiero decir. Sin embargo, asumo que el grado de "enganche" que pueden crear no debe diferir del que sufren las amas de casa o las jovencitas que no se pierden un capítulo de los culebrones latinoamericanos. No sé muy bien como empezó... Quizás fuese por culpa de "A dos metros bajo tierra". La familia Fisher se convirtió durante cinco temporadas en gente tan próxima como mi propia familia. Cada uno de sus miembros tenía algo entrañable para mí. Me reconocía en sus miserias, alegrías, errores y triunfos. La gran virtud de las buenas series, y ahí creo que nadie mejor que la última hornada de guionistas y productores norteamericanos desde principios de este siglo, es que son tremendamente creíbles por su humanidad y realismo.

Lo mismo le pasa a "Mad men", un retrato de personajes en una época de trascendental cambio de costumbres, los años 60. Creo que se pasan un poco con los cigarrillos (todos fuman, incluso las embarazadas...) y algo con el alcohol (chupan whisky como secantes), pero la reconstrucción de la época es brillante, así como su "casting". Sin embargo, lo mejor son sus guiones, en los que se refleja la mediocridad, la grandeza, la villanía, la ambición, la debilidad, el miedo, las contradicciones... todo eso que somos como personas y que no ha cambiado en 40 años... o quizás en 40 siglos.

Si nos fijamos en las grandes películas de Hollywood -y hoy la televisión de ficción después de décadas de ser puro entretenimiento vacuo se ha convertido en heredera de su mejor época- basan su éxito en su universalidad. Nada más universal que el ser humano. Por encima de nacionalidad, religiones y costumbres somos iguales, nuestras pulsiones son intercambiables. Estamos hechos del mismo barro, a ratos hediondo, a ratos brillante. Y de ese tintero sacan sus líneas los guionistas de "Mad men".

Hoy leo que los "creadores" de la serie (?), que emite en USA la cadena AMC y en España Canal Plus y pronto Cuatro, adaptarán en formato de serie la cinta de Coppola "La conversación", y mantendrán la época (mediados de los 70) de la trama original. Espero ansiosamente el resultado, aunque por ahora aguarde mucho antes la segunda temporada de "Mad men", que acaba de empezar al otro lado del charco.

sábado, 19 de julio de 2008

La pervivencia de los mitos

Llega un nuevo "Batman", dicen que interesante (lo veré en pocos días) y se preparan al menos un par de proyectos sobre Sherlock Holmes. La mitología no cesa. Homenaje o plagio (o más bien simple negocio), regresan una y otra vez personajes del pasado, de las infancias, a veces sin el más mínimo atisbo de respeto.

Y cuando esto ocurre, normalmente el fracaso les acompañan. Lejos de mi intención y mi trayectoria vital parecer racista, pero muchos quedamos impactados al ver a Jim West convertido en Will Smith, seriamente disgustados al contemplar a Meteoro en un cocktail intragable de colores y animaciones 3-D o -hablando de Batman- al justiciero de negro, y a su "socio" Robin en una especie de pareja "gay" según Joel Schumacher. Está claro que el error no es de punto de partida, sino de desarrollo y resultado, y quisiera dejar claro que se puede desmitificar o caricaturizar a nuestros más queridos personajes, pero sin maltratarlos a ellos y a sus "fans". Un buen ejemplo es "La vida privada de Sherlock Holmes", de Billy Wilder, que humaniza con el arma de la ironía al estirado personaje de Sir Arthur Conan Doyle. También es estimable el cambio de timón en las aventuras de criaturas tan inagotables como 007 (véase "Casino Royale").

Particularmente, me sorprende bastante el empeño de los estudios norteamericanos por rescatar héroes del pasado de los que las nuevas generaciones tienen pocas referencias. Estoy pensando por ejemplo en el ya citado "Meteoro" o en el "Super Agente 86". Es evidente que Hollywood se mueve por criterios propiamente marketineros, y una de las reglas del negocio es buscar la familiaridad del consumidor con el producto. De paso, los propietarios de los derechos de aquellas vetustas obras de los años 60 pueden aprovechar para reeditarlas en DVD o revenderlas a las teles del mundo, y negocio redondo... Lo que ya no tengo tan claro es que los originales receptores de esos productos sean aún el mercado natural de las nuevas versiones. Cuarentones o cincuentones apenas pisamos los cines.

Si se dan cuenta, los mitos primero vinieron de la literatura (Tarzán, Sherlock Holmes, los Tres Mosqueteros, James Bond...), luego del cómic (Batman, Supermán, Flash Gordon y la factoría Marvel...) y ahora finalmente de la tele. Quizás el día de mañana aparezcan nuevos héroes creados para internet. Si todos ellos acaban o permanecen en el cine será que el Séptimo Arte, a pesar de las pantallas de plasma y el olor a palomitas de maíz, sigue vivo.

jueves, 26 de junio de 2008

Pedro y la Pérfida Albión

Pedro Almodóvar ha respondido al crítico de The Guardian que le culpó de "monopolizar" la distribución internacional del cine español. Acabo de leer ese texto y sólo al principio y de pasada Paul Julian Smith cita al manchego, para luego comentar algunas de las cintas del Festival de Cine Español que se ha desarrollado en la capital británica. Tan exagerada es la afirmación del columnista inglés como la respuesta de Pedro, por un simple rasguño en el fondo no tan malintencionado.

Obviamente a cualquiera con dos dedos de frente se le ocurre que ni Pedro Almodóvar ni Martin Scorsese tienen mucho que ver con la distribución de sus películas por el mundo. Las hacen, y por lo bien que las hacen -o las han hecho- son compradas y estrenadas. Ni ellos ni ningún otro cineasta, incluso siendo a la vez productor, tiene la potestad de decidir dónde y cómo se estrenan sus cintas, porque son empresas foráneas las que las adquieren. No hay cupos. Dudo que una distribuidora británica se plantee comprar 2, 3 o 20 películas españolas, ni los exhibidores les limitan ese número. Simplemente compran aquello que consideran les resultará rentable. Para bien o para mal (yo creo que para bien) las películas de Almodóvar son adquiridas en todo el mundo, porque es el cineasta español más universal. La industria del cine no se rige por criterios de justicia, sino por los mismos que la de la alimentación o el automóvil: criterios de mercado. Como ciudadano de este reino, me encantaría que se distribuyeran muchas más películas españolas. De hecho muchas salen, se compran (sobre todo para TV) y circulan, aunque sus directores sean mucho menos conocidos. Hace poco Gutiérrez Aragón dijo que gracias a la piratería se podían encontrar en las calles chinas films españoles que nunca se estrenan en sus salas.

O sea, que Smith, como bien afirma Pedro, ha escrito una tontería. Lo que me sorprende es que el manchego, rodando ahora mismito en Lanzarote su nuevo film "Los abrazos rotos", pierda su tiempo -precioso, en buena lógica- para responder a un comentario marginal que descalifica a su autor como cualquier lector medianamente avezado es capaz de entender. Bien es sabido que los críticos viven en general de pontificar sobre lo divino y lo humano.

Quizás Almodóvar está demasiado preocupado sobre todo lo que sobre él se escribe. Entiendo que un texto argumentativo y prolijo -no es el caso del de The Guardian- merezca su comentario, pero vuelvo a insistir, el de Smith es un alegato en favor de que lleguen a Gran Bretaña más películas españolas, no un ataque contra Pedro Almodóvar y su cine. En cualquier caso, tiene razón el cineasta manchego en pedir que le deje a él tranquilo y llame monopolistas a los distribuidores de la "Pérfida Albión" que no compran demasiadas películas no anglosajonas. Por mi parte, sólo puedo expresar el deseo de que salgan en España muchos más Almodóvares con tanto talento para hacer cine y promocionarse como el original.

sábado, 17 de mayo de 2008

Quien de su mano muere...

El Festival de Sevilla, especializado en cine europeo, ha quedado descabezado. Su fundador, Manuel Grosso, ha visto esta semana aceptada su dimisión, un gesto no precisamente voluntario, sino consecuencia de la imposición por parte del Ayuntamiento de la capital hispalense de un modelo de gestión que recortaba claramente las funciones del fundador del certamen. El año pasado, la Andalucía Film Commission, que dirige Carlos Rosado, se ocupó de buena parte de su organización, y a principios de este año el mismo organismo se hizo con el control de otro festival de la región, el de Islantilla, del que hoy Rosado es director, convirtiéndolo en un certamen fundamentalmente de televisión.

Sevilla, en sus cuatro años de existencia, ha sobresalido como el más exitoso de los certámenes de reciente creación en España. Vino a llenar un hueco y logró un notable prestigio continental, unido a un suceso más que importante entre el público local que llenaba las salas para ver películas que difícilmente entran en los circuitos comerciales. En gran medida ha sido Grosso, con sus relaciones y su visión, el diseñador de este éxito.

Trabajé a sus órdenes como jefe de prensa en la segunda edición y programador en la tercera. Renuncié al puesto antes de la cuarta porque me interesó ampliar horizontes y trabajar para otros festivales de América Latina una parte del año. Intenté compatibilizarlo, pero no pudo ser...

El Ayuntamiento de Sevilla, mareando la perdiz, cedió a la sed de poder de la Andalucía Film Commission y de su responsable, cediéndole la gestión del festival. No puede decirse que ésta haya sido brillante: facturas sin pagar, oficina cerrada desde enero y contratos del personal no renovados. Todo ello complica mucho el mantenimiento del nivel alcanzado cuando faltan menos de seis meses para la celebración de la próxima edición.

La pregunta es obvia: ¿Qué pinta una Film Commission en este circo? Para quien no sepa qué es una institución de este tipo, he aquí una definición extraída de la web de la madrileña: "Una Film Commission es una entidad destinada a facilitar a los productores audiovisuales nacionales e internacionales toda la información que precisen para la realización de rodajes en un determinado lugar. Promociona con su trabajo la industria audiovisual y la propia zona en la que opera".

La andaluza, a pesar de que su actuación práctica supere visiblemente esos objetivos, no difiere mucho en cuanto a declaraciones. Así, en su web oficial cita tres finalidades: Promover Andalucía en el mundo como localización idónea para rodaje de producciones audiovisuales; Promover el sector audiovisual andaluz en el ámbito nacional e internacional; Agilizar la ejecución de los rodajes y auxiliar a las productoras en las posibilidades logísticas de Andalucía.

Por si quedaba alguna duda, basta con visitar la web de Association of Film Commissioners International (AFCI), donde nuevamente encontramos como finalidad de estas instituciones "asisitir a la producción de películas, televisión y vídeo a través del mundo".

¿Qué tiene pues que ver un festival de cine europeo y otro de Televisión en la promoción de los rodajes? Poco o nada... pero el hecho es que las ambiciones de poder del señor Rosado no conocen límite y mucho menos se dan por satisfechas con la verdadera función que tiene una Film Commission.

En buena lógica, Manuel Grosso, avalado por sus resultados, quiso garantizar el futuro del festival con la creación de una fundación o patronato que como ocurre con otros certámenes españoles mantuviera su autonomía. No se lo permitieron y le obligaron a dimitir.

Mucho me temo que a pesar de que ahora nombren a otro director, será Rosado y su Film Commission quienes lo controlen y -ojalá me equivoque- el prestigio que el Festival de Sevilla alcanzó se diluya. Es una pena, pero los políticos, para bien o para mal, mandan y deciden.

lunes, 5 de mayo de 2008

Nostalgia del meteórico blanco y negro

Estética, técnica y sobre todo cromáticamente apabullante, pero dramáticamente infantil, es la nueva película de los hermanos Wachowski, "Speed racer", que verá la luz de los proyectores comerciales este próximo fin de semana en medio mundo.

Había leído que la cinta tenía algo que ver con una serie de dibujos animados que solía contemplar de niño (hablo de los lejanos años 60, a finales de la década), "Meteoro" y de la que recuerdo los escalofríos que me entraban cuando un enemigo del protagonista decía con voz de ultratumba "Melange todavía vive". También -estos pasados días- me leí las críticas de Variety y Hollywood Reporter, que coinciden en mucho con mi apreciativo párrafo inicial. Mucho ruido para una nuez hueca.

De entrada me sorprenden muchas cosas. Primero el por qué a estas alturas de la película del siglo XXI Hollywood se interesa por un personaje del que creo que casi todo el mundo se ha olvidado. Al menos por estos lares europeos. Quiero decir que nada que ver con otros personajes tipo Bugs Bunny, los Picapiedra o los superhéroes de la Marvel que queramos o no han sobrevivido con reediciones o nuevas aventuras hasta el presente. Tampoco entiendo qué pintan en este circo los Wachowski, salvo que tras "Matrix" hayan quedado a cero de ideas y se hayan metido en este berenjenal para jugar y volver a llenar sus arcas monetarias.

Y es que sin que me parezcan obras maestras, las pelis de Neo y compañía, tenían infinitas pretensiones y no desdeñables resultados comparadas con este cuentecito infantil, que ni siquiera puede decirse que vaya dirigido a adolescentes, sino claramente a niños, tal vez enganchados de los videojuegos de coches, pero niños al fin y al cabo.

Porque el guión, que ha pasado por tropecientas manos, incluidas las de los propios Wachowski, es de una falta de originalidad supina. Se resume en un muchacho que desde niño ha vivido por motivos familiares una adicción por la velocidad y las carreras de coches, a las que se dedican su padre y hermano, y ya de mayor, tras la oferta de un magnate que parece vestido por Agatha Ruiz de la Prada para fichar por su escudería, corre para desenmascarar sus corruptos manejos. No hace falta que les diga como acaba la fiesta.

Yo no iba engañado. Ya digo que había leído los comentarios de los colegas yanquis, pero pensaba que me enfrentaría, como tantas otras veces, al típico producto "made in USA" lujosamente empaquetado de efectos especiales, CGI... en fín, el típico espectáculo. Pero no, "Speed racer" es visualmente agresiva. Me pasé las más de dos desesperantes horas rogando que el proyector se jodiera y tanteando las butacas colindantes en una búsqueda refleja del mando a distancia, para bajarle el color, saturado no, saturadísimo durante todo el metraje. Cómo echaba de menos aquella tele en blanco y negro donde veía "Meteoro" sin estas estridencias cromáticas.

Se supone que han querido darle un "look" de videojuego en las antípodas no sólo del realismo, sino incluso de las leyes de la gravedad, lo cual contribuye aún más a no creerte nada. Y eso, apenas a los 10 minutos, cuando aún quedaban dos horas para el "The end".

Finalmente, sigo sorprendido de la capacidad de selección que tienen actores que personalmente admiro, como Susan Sarandon, John Goodman y Christina Ricci, quienes no creo necesiten este tipo de trabajos "alimenticios" por muy bien pagados que estén.

Me niego a aceptar que los comics o los dibujos animados, por simples que sean, deben ser reinventados en encefalograma plano. Hay más que estimables o al menos entretenidas adaptaciones, como la muy reciente "Iron man", donde claro que hay buena parte de lo que aquí encontramos, pero la pirotecnia arropa verdaderas historias, no boberías de jardín de infancia. Un auténtico peñazo del que hay que huir, a la velocidad de un meteoro...

viernes, 2 de mayo de 2008

Desaparecida Martha


¿Qué habrás hecho, querida Martha, para merecer ese castigo, esa marginación? ¿Será por "sudaca", por mujer o por rebelde? Te he buscado y no te he encontrado. Bueno, sí, veo tu lindo rostro entre el de Forest Whitaker y el de Hugh Laurie en la versión española y tu cuerpecito serrano y tabasqueño en bikini, en una esquina de la versión gringa... pero ni en un país ni en el otro tu nombre aparece por parte alguna.

Hablo de los carteles de la película "Dueños de la calle" (Street Kings), la que protagoniza Keanu Reeves, y que recientemente se ha estrenado en todas partes. Como decía, tanto en la edición USA como en la española no encuentro impreso el nombre de esta mexicana chaparrita y dulce, aún de rasgos adolescentes pese a estar próxima a cumplir 25 años.

Hasta seis nombres de los machos del reparto aparecen en el cartel gringo, por sólo cuatro en el español, pero mi pobre Martha se mantiene oculta al cinéfilo. Tendrán que entrar al cine para verla un buen rato en pantalla y leer su nombre y apellido en los títulos de crédito.

Me pongo a pensar en la ilusión que le habrá hecho rodar en Hollywood y nada menos que con Keanu de cuerpo presente. Mudada a Hollywood le sale esto... y luego imprimen el cartel y la palabra Higareda (debe sonarles a chino a esos gringos) es olímpicamente ignorada.

Esto te pasa, Martha, mi vida, por no leer la letra pequeña del contrato, que debe decir que como mexicana, sudaca, chaparrita y mujer, sólo mereces salir como objeto decorativo en los carteles, haciendo bonito, pero importa un carajo quién seas. Basta con que exhibas o tu sonrisa o alternativamente tu bikini.

Digo yo que al menos en este país de mi pasaporte, donde acabamos de inaugurar un Ministerio de la Igualdad conducido por cierto por una señorita bastante atractiva (Igualdad genial, pero "¡vive la différence!"), deberían meterle un puro a la Fox por "desaparecer" a la única chica del reparto de este "thriller" sobrado de testosterona.

En fín, que espero que este mal primer paso no marque tu carrera y que llegues tan lejos en Hollywood como mi idolatrada Salma, aunque no se Martha si tienes la cabeza tan bien amueblada como ella, que antes de no aparecer en un cartel le sacaría los ojos al mismísimo Rupert Murdoch.

jueves, 24 de abril de 2008

No es festival para españoles

Cannes se alimenta de sí mismo. Un año más figuras que han triunfado en el festival, ya sea en la Sección Oficial o en las paralelas, vuelven a ser convocadas, con escaso espacio para la novedad, al menos en ese apartado rey, cuyos protagonistas suben la escalera del Palais des Festivals sobre una mágica alfombra roja. Este 2008, la cosecha incluye históricos ganadores como Clint Eastwood, los hermanos Dardenne, Wenders, Egoyan, Soderbergh, Walter Salles, Nuri Bilge Ceylan o Lucrecia Martel, y una única opera prima, aunque de un profesional sobradamente conocido como guionista, Charlie Kaufman.

Programar un festival como el de Cannes es a la vez mucho más fácil que la mayoría de los de inferior categoría, porque a todo el mundo le apetece estar allí, y a muchísimos optar a una Palma de Oro. Prácticamente se tiene acceso a todo lo mejor hecho en el mundo en los meses previos. El problema es que sólo una veintena de títulos cabe, y las presiones son numerosas, empezando por las franco-francesas. Luego, las de las coproducciones, los institutos del cine, etc... O sea, que es jodido.

El cine español nunca ha tenido un lobby poderoso. Apenas coproduce con Francia, y ello explica el bajo número de títulos que desde que tengo uso de razón y desde que empecé a visitar ese mítico certamen -hasta hartarme- han competido por las Palmas. Quizás alguno de ustedes piense que además es bastante malo, lo cual no voy a discutir, pero les aseguro que he visto verdaderas cacas encerrado entre las rojas paredes del Palais, junto a algunas buenas películas, claro.

Este año, de nuevo el desierto: ningún director español en los dos apartados principales, la Sección Oficial y Un Certain Regard. Incluso ninguno en la Semana de la Crítica. Habrá por lo que sé al menos uno (catalán) en la Quincena... pero me parece lamentable. No es nacionalismo. Para empezar soy vasco... Simplemente creo que no obedece esta ausencia a criterios de objetividad comparativa. Puede que un año no haya entre 100 películas española una realmente buena y digna de estar allá... ¿Pero un año y otro, y otro? No me parece que el cine italiano sea hoy por hoy mucho mejor que el español... Pues mira, dos películitas nada menos en la S.O. de esta 61 edición.

En Cannes, ahora y antes de que las películas las seleccionara Thierry Fremaux, lo español no cae bien, con la casi única excepción de Almodóvar y algunos inteligentes productores catalanes que se han buscado socios in-situ para colocar sus películas en apartados paralelos. Como consuelo, siempre reviso la documentación, esa letra pequeña en las fichas técnicas de los títulos a concurso, donde aparece que tras un director israelí, argelino, mexicano o taiwanés se esconde un coproductor francés que ha puesto sus euros y ha presionado a quien corresponda para que su peli sea vista con más cariño que las demás. Normalmente más de la mitad, cada año, tienen algún coproductor francés. Por eso siempre digo que Cannes es el Festival Internacional del Film Francés.

viernes, 18 de abril de 2008

El patinazo de Coixet

Me imagino que por mucho ego que pueda tener, en el fondo del alma de Isabel Coixet debe anidar si no el arrepentimiento al menos la duda respecto del acierto de meterse en Hollywood por la puerta falsa de este trabajo "de encargo". Su adaptación de una novela de Philip Roth, "Elegy", llega este fin de semana a las salas españolas dos meses después de ser lanzada con escaso eco en el Festival de Berlín y como primer estreno comercial, incluso antes que en Estados Unidos.

No es que trabajar con guiones ajenos sea malo por definición, incluso para directores con experiencia previa en la escritura. Hay ejemplos de todo lo contrario. Las últimas películas de Cronenberg, por ejemplo, son bastante mejores que la mayoría de las que él mismo escribió. El problema, en este caso, es que el guión de Nicholas Meyer, de quien recuerdo con mucho cariño su "Los pasajeros del tiempo", se queda muy corto, en lo dramático y lo sexual.

"Elegy" es la historia de un veterano profesor que tiene por costumbre seducir cada año a alguna de sus jóvenes alumnas justo al acabar el curso. En la novela original de Roth, "El animal moribundo", se justifica la profunda pasión que surge entre estos dos personajes por el sexo, en unas muy satisfactorias relaciones eróticas. Podemos encontrar referencias recientes a algo parecido en la excelente cinta de Ang Lee "Deseo, peligro", donde otra pareja de sentimientos imposibles se deja arrastrar por un laberinto sexual que acaba en amor ciego.

La diferencia es que Ang Lee pudo imponer su visión y se arriesgó a que -mostrando en pantalla esas intensas relaciones de cama- fuera censurado en China y en Estados Unidos padeciera la "maldita" clasificación "NC-17". Sin embargo, Coixet, quien por cierto en su día aseguró que "Elegy" sí mostraría esas imprescindibles escenas de sexo, posiblemente se topó con una compañía, Lakeshore Ent., que no estaba dispuesta a llegar más allá de la "R" y al final la película se le ha quedado coja. Porque nada explica o justifica el por qué de esa improbable relación de "amour fou" entre una veinteañera y un sesentón, que -a diferencia de previas aventuras del profesor- se convierte en una experiencia pasional y devastadora.

Tampoco ayuda el que las escenas de cama, nada explicitas, sean fotografiadas por Coixet en plan parkinson, como si quisiera de esa temblona manera transmitirnos lo que no le han dejado mostrar. Ojo, no estoy reclamando pornografía. "Deseo, peligro" no es pornográfica. Tampoco lo es, por ejemplo, "Infiel", pero en ambas el espectador puede captar perfectamente que las respectivas atracciones amorosas tienen un evidente origen sexual. "Elegy", aparte de aburrida, es demasiado "light" para resultar creíble. Tampoco hay que echarle toda la culpa a la directora catalana. Los primeros que patinaron fueron los de Lakeshore, que quizás pretendieron hacer más comercial una historia "de autor" (volvemos a pensar en "Deseo, peligro") que desde luego no tiene el menor atractivo para un público juvenil mayoritario. Y puesto que la adaptación de Roth sí podría interesar a una más minoritaria audiencia adulta, por qué no dotarla de alas de libertad suficientes para no desvirtuar el material original. Otros lo hicieron y les funcionó. Me temo que esta "ni chicha ni limoná" firmada por Coixet pasará rápidamente al olvido.

miércoles, 16 de abril de 2008

Una torpe invitación

Torpeza es la palabra que mejor resume, según mi opinión personal, "Todos estamos invitados", la última cinta de Manuel Gutiérrez Aragón, y la primera quizás de un cineasta español de dilatada trayectoria sobre la situación de violencia política en el País Vasco. Estuve en su presentación en Madrid, y agradezco al propio cineasta cántabro una frase que le voy a tomar prestada: "No hay que juzgar a las películas por sus intenciones, sino por sí mismas". Justamente, de eso se trata. Me parece loable que el prestigioso realizador, ex presidente de la poderosa Sociedad General de Autores y ahora de su fundación, se moje para denunciar la sinrazón del terrorismo, lo injustificable del tiro en la nuca a quien piensa diferente y se opone a la lucha de "liberación nacional", pero lo importante es lo que se ve en pantalla, hable de ETA o del efecto mariposa. Y ahí aparecen los problemas.

El primero es un guión que demuestra que trayectoria y fama no siempre coinciden con talento. Sorprende ver a Gutiérrez Aragón y a la actual presidenta de la Academia, Angeles González-Sinde, firmando un texto chapucero, obvio, que choca con la trayectoria de ETA, que convierte a un amnésico en aparente retrasado mental, hace que un habitual asistente a cenas de sociedad gastronómica donostiarra olvide que tiene una la víspera del día del patrón de su ciudad (y despida a su guardaespaldas) y pone a un cura a leer tranquilamente el periódico, sentado en una silla al lado del altar mayor de su iglesia...

Son torpezas dignas de un primerizo, pero no de dos profesionales de prestigio. Da la sensación de que tenían que apañar el asunto deprisa y corriendo y a otra cosa. No le han puesto pasión. No han investigado suficiente. No han cuidado los detalles. Y todo ello, cuando se habla de una realidad tangible, de unas situaciones que no son verdaderas pero pudieran serlo en cualquier momento, resultaba imprescindible.

Oscar Jaenada se esfuerza, pero choca con ese guión empeñado en transformar la confusión mental y posiblemente el dilema moral en un estado que roza la subnormalidad. Coronado es un tipo atractivo que ha conseguido en alguna contada ocasión ("La caja 507" y poco más) interpretar con cierta credibilidad, pero desde mi punto de vista nunca ha sido un buen actor y aquí también anda perdido por el mismo problema de base, su texto.

Finalmente, la realización de Gutiérrez Aragón es rutinaria, plana y de nuevo torpe. Se trataba de cubrir el expediente y punto. Simpatizamos con sus intenciones, pero hay algunas otras aproximaciones a la tragedia vasca con mayores alicientes cinematográficos, como "Yoyes", "Ander eta Yul" o "Días contados".

miércoles, 26 de marzo de 2008

Recuerdo admirado a Rafael Azcona

El talento de Rafael Azcona fue reconocido y reconocible. A él se deben la mayoría de las grandes películas del Franquismo y la Transición. Le consideraban el más popular de los guionistas nacionales, profesión de desconocidos. A pesar de ello brilló por su modestia. Muchos, incluido servidor, se han sorprendido ahora al leer o releer su cerca de centenar de referencias guionísticas. Estuvo en películas que atribuíamos a sus directores. No sólo en esas comedias de Ferreri o Berlanga que entroncaban con su vena humorística desplegada en el semanario de humor La Codorniz, sino también en intensos dramas. Azcona era un todo terreno, un discretísimo profesional que rivalizaba con Erice en huir de focos, festivales y entrevistas.

Imagino que en el caso del escritor riojano era algo intrínseco a su personalidad. No se consideraba importante y -sabio además de genio- era consciente de que son justamente los más necios y pretenciosos quienes menos merecen la admiración ajena. El mundo del cine está amueblado de vanidades múltiples, de envanecimientos ridículos, de tipos mediocres que se autocalifican de "Autores", palabra que cuando sale con mayúscula de la boca de quien así se considera me parece odiosa. En este panorama de niñatos que se creen genios antes de afeitarse a diario, de "maestros" cuyas recaudaciones -síntoma de desaprecio popular- no darían mi para pagar una cena a su familia, Rafael Azcona se conformó con trabajar y no hacer ruido, dejar que los demás se atribuyeran al menos parte de su talento. Sabía que la admiración que vale es la del cariño de quienes te quieren y con quienes compartes una película, una copa o un cigarro.

¡Qué gran lección nos ha dado hasta el último momento! Se ha ido por la puerta de servicio para evitarse el pornográfico espectáculo de trajeados vividores plantados junto a su ataud, mezclándose con sus verdaderos amigos. Nunca tuve el placer de conocerlo, pero estoy seguro que he aprendido mucho de él a través de sus películas, esas en cuyos carteles el apellido Azcona apenas se lee en letras pequeñas.

jueves, 20 de marzo de 2008

Interrogado en Miami

Ya estoy de vuelta a casa después de mi viaje a Miami y Cartagena. El primer aeropuerto, por cierto, posiblemente uno de los más concurridos del mundo, ejemplifica el peculiar sentido de los derechos humanos que tiene la Administración norteamericana. Mi vuelo era un Madrid-Miami i/v, pero la última semana la pasé en Colombia. Para regresar desde este país, tuve que pasar de nuevo lógicamente por Miami. Un tránsito de apenas 4 horas, sin salir del aeropuerto. Soy ciudadano español y mi pasaporte está perfectamente en regla (si no no me hubieran dejado entrar en USA el día 27 de febrero pasado), y junto con él llevaba mi pasaje de regreso a España. Bueno, el caso es que fui sometido a dos interrogatorios de sendos agentes policiales sobre cuestiones como "¿Por qué estuvo en Colombia?, ¿Dónde se alojó allí?, ¿A qué se dedica?...

Como entre pitos, flautas y colas andaba justo de tiempo, pacientemente respondí a los uniformados, por supuesto lo que me dio la gana. Incluso si fuese ciudadano norteamericano me molestaría tener que dar explicaciones a un policía sobre cómo y por qué me desplazo a otro país. Bastante tiene uno que aguantar con ser registrado, descalzado, manoseado... como para que deba dar explicaciones sobre su vida privada. Pero el caso es que no soy gringo y no pensaba quedarme en su bendito país. ¿Para qué quiere Bush saber el motivo de que una persona extranjera se traslade a un tercer país? Si sospecha que soy un peligroso narcotraficante internacional, que me registre de arriba a abajo, pero no tengo por qué dar explicaciones de mi vida a un funcionario de un país que no es el mío, en donde y con quien dormí en otro país, o detalles que en nada afectan a la seguridad o la salud de los norteamericanos.

Por supuesto, como les decía, no tenía ni vocación ni tiempo para hacerme el héroe y decir a los sicarios de un gobernante extranjero que no pensaba responderles, así que me limité a dar una versión aproximada de la realidad, datos naturalmente que nadie se molestó en comprobar.

Ese adalid de la libertad llamado George W. Bush, responsable de la muerte de medio millón de personas -según cifras conservadoras- desde que decidió para enriquecer a las compañías petrolíferas y de armamento invadir Irak hace cinco años, secuestrador sin orden de detención o juicio de ciudadanos extranjeros a los que encierra en ese limbo jurídico llamado Guantánamo, ha dado muestras sobradas de su nulo respeto por el derecho a la privacidad de sus ciudadanos, a los que puede espiar sistemáticamente llamadas o emails. Ellos -algunos-le votaron. Yo no, lo cual me exime de la vergüenza de tener un presidente y vivir en un sistema que tiene un perturbador tufo fascista.

martes, 4 de marzo de 2008

Postales desde South Beach

El Festival de Miami sigue discurriendo con mejor tiempo meteorológico que al inicio. Servidor se está dedicando sobre todo al cine iberoamericano, que tiene una sección propia competitiva y presencia en otros apartados informativos. Entre lo visto hasta la fecha, me quedo con la mexicano-española "La zona", la brasileira "Estomago" y la española "Bajo las estrellas". El cine argentino ha presentado varios títulos más o menos interesantes, pero yo al menos no he acabado de sintonizar con films como "El otro", "Encarnación" o "Cordero de Dios". También vi la opera prima de Gael García Bernal, "Déficit", que sabe quizás a poquito, pero para pasar el rato no está tan mal. Perdónenme la falta de rigor pero las críticas sesudas nunca han sido lo mío. Prefiero las reacciones viscerales o sentimentales... o entras o no entras, o despierta algún tipo de atracción lo que ves o empiezas a removerte en tu butaca, interrogándote por las motivaciones de quien rodó la película, y si con esas intenciones a veces buenas otra persona con más talento podría mejorar la cosa...

"Déficit" coincide con "La zona" -ambas de directores mexicanos (de adopción Rodrigo Plá)- en plantear el abismo de clases en su país, con una minoría afortunada que disfruta de una gran vida en las antípodas de la miseria circundante. Los personajes de Gael son jovencitos, cuates, que se drogan, beben, ligan y se divierten en una fiesta, mientras que los de Plá son familias en un barrio residencial que es una isla de abundancia y lujo "american style" contra la que chocan las olas de la pobreza. De manera que es un cine claramente más preocupado por lo social que por el intimismo reflexivo y familiar de las cintas argentinas.

Por su parte, "Bajo las estrellas" y "Estomago" son de esas películas que te reconcilian con el Cine, escrito con mayúsculas: historias poderosas y bien contadas, con humor y emotividad, originales y a la vez accesibles a cualquier espectador.

Del resto del festival, como saben es la primera vez que vengo, así que sobre todo observo y deduzco. No se cómo fue los 24 años precedentes, pero estos días veo que pese a la buena voluntad de muchos de los organizadores, voluntarios, gente de prensa, etc... se echa de menos la seriedad de un festival de los importantes: algunas ruedas de prensa se cancelan en el último momento, las proyecciones jamás empiezan a su hora, incluso sin que se espere a un representante de la película para que la presente. Varios de los cabezas de cartel anunciados no han aparecido: Bardem, Gael, Juliette Binoche... y otros ni siquiera han querido dar una rueda de prensa, por no decir entrevistas... Ni unos ni otros parecen tomarse el festival muy en serio. Pero bueno, la calle está soleada, animada, la playa cerca, las mujeres pasean su belleza y los "gays" sus músculos aceitados. Contemplar la fauna humana es un espectáculo posiblemente más apasionante que algunas de las cintas programadas. Así que no voy a quejarme demasiado...

sábado, 1 de marzo de 2008

Paseando por Lincoln Road

Es la cuarta vez que vengo a Miami, aunque la primera por el Festival Internacional de Cine, que este año celebra su primer cuarto de siglo. La ciudad más conocida de la Florida no está entre mis lugares favoritos del mundo. No puedo evitar contemplar sus más promocionados paisajes urbanos y playas como decorados de película o telefilm, recreaciones informáticas en tres dimensiones, para que las saquen en "C.S.I. Miami" o "Dexter". Detrás hay una de las muchas ciudades norteamericanas enormes, extensas, con casitas unifamiliares cuadriculadas por autopistas y un "mall" cada poco.

Hace años estuve cerca de tener un trabajo en esta ciudad. Por suerte, no salió. Obviamente hay muchos sitios peores, así que no voy a quejarme de estar aquí, ya que vine voluntariamente. Simplemente quería antes que nada transmitirles que no es el lugar fascinante por el que parecen soñar millones de personas, especialmente en América Latina. Si es cierto que pocos sitios como este tan llenos de contradicciones, pero también de tolerancia y respeto a la diversidad. El destino donde miles de norteamericanos van tras su jubilación y en espera del adiós en un ambiente cálido, el de los "homeless" que emigran acá como las aves al llegar el invierno, las calles por las que pasean los deportivos más espectaculares del mercado, las berlinas más lujosas y los todoterrenos más impresionantes, la capital del turismo "gay" del sur-este, la nueva patria de incontables emigrantes caribeños y suramericanos, un escaparate de bellezas femeninas de cualquier raza y nacionalidad... Todo esto y mucho, muchísimo más, es Miami.

El festival en sí mismo parece sumido en un etapa de celebración -cumple 25 años- pero aún más de cambio. Ha estrenado nuevo director, y me parece que busca unas señas de identidad más profundas. Esta es una ciudad de vacaciones, de diversión, de compras y frivolidad, pero algunos también quieren que sea de cultura y espectáculo. Imagino que no es tan fácil darle una personalidad, y atraer a la prensa y a un público joven. Hace un rato estuve en la proyección de una película brasileira, "O estomago", inteligente fábula sobre los placeres de la carne, la mesa y el poder, y la media de espectadores era de 35 años, lo que me dejó bastante sorprendido. También que la gran mayoría fueran anglosajones de clase media-alta. La prensa tampoco parece mostrar demasiado interés. A las 2 de la tarde acudí al único pase de prensa del día... Y vi la película yo solo en el cine. Es una experiencia no nueva (hace años en Cuba ví así unos cuantos clásicos nacionales en una sala del ICAIC para un ciclo que estaba preparando) pero sí ciertamente extraña y poco común para el común de los mortales cinéfagos. En fín, que en próximos días les daré más impresiones desde la fresquita en lo meteorológico Miami.

domingo, 24 de febrero de 2008

Siempre nos quedará Berlín

Berlín es un festival al que tengo un cariño muy especial... quizás sea, de los más grandes, mi favorito. Las razones son múltiples: Se celebra en una gran ciudad en todos los aspectos, cosmopolita, cuya vida no se ve condicionada para mal como pueda ocurrir con Cannes, con unos precios que no se disparan tan exageradamente como Venecia, muy bien organizado, manejable, cuyo mercado se celebra con relativa autonomía -en edificios diferentes que los de las proyecciones oficiales- sin incordiar al resto, y en una ahora capital (no hasta la reunificación alemana) cargada de historia.

Me gusta la Berlinale, aunque este año no haya sido nada espléndida en cuanto a su selección a concurso, más bien floja. Cosa rara, mis gustos personales coincidieron con los del jurado, al menos en cuanto al Oso de Oro. "Tropa de élite" era mi favorita. "Pozos de ambición" también estaba bien, pero la cinta brasileira de Jose Padilha, dura y rozando una moraleja cuasi fascista, pero a la vez me temo que demasiado realista, era más fuerte e impactante.

El "glamour" de la cosecha 2008 fue discretito, comparado sobre todo con años pasados. El calendario mundial ha cambiado, con el adelanto de los Oscars, y muchas de las potentes cintas de Hollywood que solían presentarse en Berlín ahora se estrenan antes en medio mundo. Del resto, tampoco nos ofreció un gran nivel. Demasiado título mediocre de puro relleno. Su director, Dieter Koslick, apostó esta edición -demasiado para mi gusto- por cubrir sus lagunas de programación con películas de músicos y sobre música, que le valieron la presencia de los Rolling o Madonna.

Me sorprendió constatar el gran gancho mediático que tiene ya Penélope Cruz, convertida en una de las grandes figuras de esta edición, a pesar de que "Elegy", la cinta norteamericana en la que la dirigió su compatriota Isabel Coixet, decepcionara a la mayoría. Escasísima la "química" entre la madrileña y Ben Kingsley, y aún peor el guión que obvia la carga sexual de la novela original de Roth, imprescindible en este caso para explicar el "encoñamiento" entre ambos personajes centrales, que en la versión fílmica uno no llega a entender.

Fuera, divertido el lanzamiento en el mercado de las dos películas de Steven Soderbergh sobre Che Guevara. La gente de su distribuidora internacional, Wild Bunch, montó un chiringuito con pintadas y carteles procubanos, y un par de carros de los años 50 con los que me cruzaba cada día en el camino del hotel al Berlinale Palast. Parece que les fue bastante bien en preventas de estas esperadas cintas -parcialmente rodadas en España- que seguramente tendrán un lanzamiento general en Cannes.

Ah... olvidaba otra de las virtudes de Berlín: su aeropuerto. Si uno llega a Tegel desde la T4 de Barajas es como salir del peor aeropuerto conocido al más cómodo. O mejor dicho, despegar de Barajas y hacerlo luego de Tegel es comparar infierno y paraíso. De algo diseñado por un arquitecto que debe odiar al transporte aéreo al más racional de los aeropuertos que yo conozco. En la T4 tardas 45 min en llegar a su sala de espera, en Tegel te deja el taxi en una puerta y menos de 50 metros te separan del punto de salida de tu vuelo. Evidentemente no podemos comparar el volumen de vuelos de uno y otro, pero la mentalidad tampoco tiene nada que ver. Y el pasajero lo sufre y mucho.
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