lunes, 16 de febrero de 2009

París bien vale un disgusto

La primera vez que ví a Salma en una pantalla creo que fue en un episodio de la serie de TV "Sigue soñando", y en persona un frío día de febrero de 1995 en el hotel Palace de Berlín. En aquella rueda de prensa, correspondiente a la cinta mexicana "El callejón de los milagros", que concursaba por el Oso de Oro, Salma lucía un traje blanco bordado de vivos colores, que me contó era el de las indígenas de su zona natal, en Veracruz.

Al día siguiente quedé con ella justo al lado, en esa misma plaza donde se conserva parte de la iglesia del Kaiser Guillermo, lo que quedó de los bombardeos aliados sobre la capital del Reich. llegó embutida en un espeso abrigo de piel. Fue la primera entrevista que mantenía con un medio español. Creo que la publiqué en Cambio 16. Me costó convencer al redactor jefe, diciéndole que acababa de trabajar con "nuestro" Antonio Banderas en "Desperado", aún inédita, y que sin duda iba directa al estrellato. Por una vez en la vida no me equivocaba...

Pasamos un buen rato, allí mismo, al aire gélido berlinés, en un banco. Le hice algunas fotos y le aconsejé que no llevara en público ese abrigo, que no era politicamente correcto en tiempos ecologistas lucir la piel de un animal. Nunca más he vuelto a verla con algo parecido. Quizás me hizo caso...

A la noche, Salma me invitó a acompañarla a la residencia del consul de México (por entonces Berlín no era aún la capital federal alemana) y allí fuimos un rato, para después acudir a una fiesta en una discoteca, donde se encontró con Robert Rodríguez y en buena lógica se olvidó de mí para acudir a la zona vip donde él estaba y este modesto reportero no tenía acceso... Pero bueno, al menos contaré a mis nietos si alguna vez existen que yo salí una noche en Berlín con la luego rutilante estrella y exitosa empresaria.

Este lunes me ha cortado la digestión la noticia de que la bella y deslumbrante pequeña mexicana se casó con uno de los tipos más ricos del mundo en París, el sábado pasado. Me acordé cuando un día en Cannes me la encontré en el hall del hotel Martínez y me presentó a un actor -del que poco se supo más tarde- y me lo presentó como su novio. Quiero decir que no es la primera vez que me rompe el corazón...

Siempre he sido buen perdedor -será la costumbre- y en el fondo del corazón tranquiliza mucho que se haya casado con un tipo refinado y creso, porque contra él no había forma de competir. ¡Enhorabuena y muchas felicidades, Salma!

lunes, 2 de febrero de 2009

El top-manta del ombliguismo

Cuando oía -por aquello de informar antes no ví la gala diferida por televisión, sino que escuché la retransmisión directa de la radio- los Goya del pasado domingo, no puede evitar unas sonrisas cada vez que sus señorías académicas se quejaban de las descargas por internet y del "top-manta". Suerte la que tienen los profesionales del cine español. Durante años han elegido cabezas de turco, chivos expiatorios, culpables de todos sus males... por supuesto siempre gente absolutamente ajena a su mundillo de creadores tocados por la mágica mano del talento insobornable.

Que si la culpa la tienen los americanos, los exhibidores, las multinacionales, el gobierno que da poco dinero, la prensa de derechas que denigra a actores y cineastas... cualquiera ha valido para justificar las generalmente malas cifras de taquilla, los descalabros comerciales y en una palabra el desinterés de la audiencia por sus películas, muchas, quizás demasiadas para lo que el mercado actual puede absorver.

Ahora, hay un nuevo "malo de la película"... y no es otro que usted, estimado lector, en caso de que se descargue alguna película de internet.

Vamos a ser serios, estilizada Angeles González-Sinde y resto de respetados académicos. ¿De veras creen ustedes que son muchos los españoles que se han bajado de internet o han comprado en un "top-manta" callejero o suburbano las 170 películas españolas producidas el año pasado? Me da a mí que lo que esos consumidores de "piratería" lo que quieren ver es a Batman, Benjamin Button, Indiana Jones o Iron man, no cine español... Como mucho quizás algunao/ haya buscado "Vicky Cristina Barcelona" o "Los crímenes de Oxford", películas que -mire usted por donde- sí han dejado dinero más o menos suficiente en taquilla. Como lo han hecho -pero en plan más bestia- Batman, Iron Man, Indiana y toda su parentela.

Dejen ya por favor de tirar balones fuera y pregúntense si parte de la culpa de la escasa afluencia al cine para ver películas nacionales no la tendrán ustedes, un ustedes amplio que incluye a guionistas, directores, productores, distribuidores, promocionadores...

No seré yo como ustedes, que son tan radicales y generalistas en sus juicios. Lejos de mi sentimiento personal la idea de que todos ustedes son unos negados. Hay buen cine español, sin duda. No son culpables como colectivo, pero alguien tendrá algo de culpa... Fíjense por ejemplo en mi maldita "Sólo quiero caminar": No sería por falta de salas. Se estrenó en 300... y fueron cuatro gatos, de los cuales tres salieron echando pestes.

Todos tenemos una tendencia natural al corporativismo y a decir que el infierno son los otros, nunca los nuestros, pero el único hecho cierto es que la inmensa mayoría de las películas españolas sólo son posibles gracias a las subvenciones. De no existir éstas, en menos de un lustro no pasarían de un par de docenas los títulos anuales que se producirían.

Asumo que las ayudas oficiales deben existir porque sin ellas, como digo, el cine español se iría al carajo, y es un valor cultural e identitario necesario, pero -por favor- dejen ya de quejarse del resto de la humanidad y empiecen a ponerse las pilas, y los que lo hacen bien, que son muchos, exijan a los que escriben, producen, promocionan o distribuyen, que hagan mejor su trabajo, que nos seduzcan con sus obras y que se esfuercen en llenar los cines, no en demonizar al internauta.
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