sábado, 30 de mayo de 2009

Un buen presidente

No se si algún día Alex de la Iglesia se arrepentirá de haber tomado la decisión de presentarse a presidente de la Academia de Cine española. No olvidemos que el cargo exige dedicación intensa y no tiene ninguna remuneración, motivos por los cuales en casi toda su historia ha habido escasa candidaturas, casi siempre únicas, como ocurre ahora con la del cineasta vasco.

Tuve la oportunidad de charlar hace poco con Alex, a quien conozco desde que estrenó su primera película, "Accion mutante". Si se han tomado la molestia de leer mis reflexiones sabrán que mi visión es bastante crítica respecto del cine español como industria, pero reconozco que el autor de "El día de la bestia" tiene argumentos convincentes y sobre todo mucho espíritu de lucha, ganas de defender a los suyos y de cambiar el espíritu funcionarial que adorna a algunos de sus colegas.

Coincidimos mi compatriota y yo en que el cine español no tiene buena promoción, y que hay que trabajar en ese campo. El lo sabe bien por experiencia propia. A diferencia de algunos de sus predecesores, Alex tiene la doble experiencia de creador y de productor. Sabe lo que es jugarse su propio dinero y sobre todo tiene claro que el público es el que manda, y al que en ningún caso se debe culpabilizar de todos los males del cine español.

Es también una persona que ha meditado mucho sobre el asunto, que comunica bien, que maneja buenos argumentos y evita el dogmatismo y -en este caso muy meritoriamente- el victimismo.

Si todos los directores nacionales tuvieran su misma óptica y su nivel de riesgo, estoy convencido que la cosa iría mejor y se superaría la cuota de mercado de nuestro cine.

Tengo dificultades en creer que el ímpetu de un solo hombre, sin dudar un segundo de que De la Iglesia lo tiene a raudales, puede cambiar el panorama de toda una industria, sobre todo considerando que la Academia no es la Dirección General de Cine o el Ministerio de Cultura, ni siquiera es la FAPAE, o sea la Federación de Productores. Su margen de maniobra es escaso. Pero... es hermoso soñar, la ilusión nos engrandece y el positivismo puede llevarnos más lejos que una depresiva negatividad.

Alex me decía que era muy importante nuestra colaboración, la de los medios. En eso puedo tener la conciencia tranquila porque desde hace muchos años desde una modesta y pequeña trinchera estamos luchando para dar a conocer no sólo el cine español, sino también todo el que se hace en nuestro idioma.

Valoro también que el cineasta vasco no llegue como su predecesora echandole la culpa a los que se bajan películas (aunque asuma el daño que hacen), o sea responsabilizando a cualquiera o a cualquier cosa menos a la falta de calidad de muchas películas nacionales. Viene con ganas de pelea, de defender a unas profesiones que -como me decía- dan de comer a muchas familias, y en esa lucha nos tendrá de su lado, simplemente porque siempre hemos sentido esos mismos colores, valga el simil deportivo.

Es una cruzada de David contra muchos Goliats, pero por suerte seguimos siendo independientes y no dependemos de ningún grupo mediático o económico con intereses en promocionar únicamente a Hollywood, así que desde aquí animamos a Alex de la Iglesia y nos enrolamos en sus filas. No se si existen los hombres providenciales, pero los que demostraron serlo cambiaron la Historia, y mientras la divisa sea mejorar al cine español, puede contar con nosotros.

sábado, 23 de mayo de 2009

Caerse del guindo

Puede que los productores españoles, por fín, se hayan caído del guindo. En declaraciones a El País, el presidente de la FAPAE, Pedro Péréz, ha reconocido que se hacen demasiadas películas en España y que "El cine que producimos no conecta con el que quiere la gente. Eso es incuestionable". Una vez constatada la situación, sólo nos queda esperar a que nos digan si se van a poner a resolver los problemas o seguirán recibiendo sus subvenciones sin mover un dedo.

Hasta ahora, la culpa la tenía internet y esos delincuentes que se bajan películas, películas españolas, y en consecuencia no van al cine. Si creen que esta explicación -publicitada en su momento por la actual ministra de Cultura y antes presidenta de la Academia del Cine, Angeles González-Sinde- es divertida, anoten la nueva de Pérez, que coloca segunda en ranking después de la autocrítica del párrafo anterior (que el cine español no conecta): "Durante años ha habido una campaña de un grupo de comunicación para denigrar el cine español como forma de criticar a alguno de sus protagonistas porque sus opiniones -como ciudadanos, no como cineastas- no le gustaban. Y esa campaña ha calado".

O sea, que la gente no va a ver películas españolas porque determinado grupo mediático lo ha maldecido... Tremendo. Podríamos organizar un concurso para seguir encontrando responsabilidades peregrinas del fracaso comercial de la mayoría del cine nacional, pero no creo que lográramos mejorar las convicciones de González-Sinde o Pérez.

El problema es que los hechos recientes desmienten a ambos. "Fuga de cerebros", comedia de posiblemente cuestionable calidad, está arrasando, como también han funcionado bien "Mentiras y gordas" o la última de Almodóvar. De manera que ciertas películas aciertan, "conectan"...

El problema es que buenas, malas o regulares, muchas de las películas españolas se hacen con dinero público, gracias a las subvenciones (el aumento del presupuesto en este apartado ha conllevado un desaforado crecimiento de las producciones), y no pocas (dicen que alrededor de 40 el año pasado) no las ven ni el primo del productor.

Este es un país libre donde rige la libre empresa. Quien quiera monta una productora y hace una película. O la hace sin productora o con la de otro. Pero otro gallo nos cantaría si no existiera el papá Estado para financiar la creatividad cinematográfica nacional. No seré yo quien se oponga a las ayudas, que deben existir puesto que en la distribución y exhibición las multinacionales de Hollywood tienen una notable ventaja, pero creo firmemente que hay que racionalizar el sistema y corregir los errores que ya hasta la FAPAE detecta.

La Administración debe fiscalizar los presupuestos, asegurarse que no hay fraude en la petición y cuantía de las subvenciones, que las películas financiadas con dinero público se estrenan como exige la Ley, y -desde mi punto de vista- invertir más en los demás sectores de la industria, en la distribución (con especial dedicación a la promoción y marketing) y la exhibición, y no tanto en la producción. De poco sirve tener un catálogo anual de películas pagadas por el erario público si nadie las ve, ni siquiera en las teles, de madrugada.

Como uno en el fondo es optimista... el mea culpa de Pérez y la candidatura de un hombre que tiene claro cómo hacer películas que interesen, Alex de la Iglesia, a la presidencia de la Academia, me hacen pensar que quizás los profesionales del cine han asumido que esto no funciona y acaben encontrando soluciones. Ojalá.
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