martes, 4 de noviembre de 2008

La Seminci, camino de la reinvención

Los festivales de cine son como los buenos vinos. Cada botella es distinta, incluso dentro de la misma marca, y por supuesto las cosechas influyen en el resultado final. La climatología según los años también tiene que ver. Pero, a diferencia de la industria vitivinícola, quien manda en la bodega tiene gran importancia. Valladolid, la Semana Internacional de Cine de esta ciudad castellana, Seminci para nosotros, acaba de cerrar sus puertas con la primera prueba de fuego para su nuevo director, el periodista Javier Angulo.

Siempre digo que un festival es una de las tareas humanas en las que la suerte es tanto o más importante que la voluntad, inteligencia y capacidad de trabajo de sus organizadores. Angulo no la ha tenido especialmente buena, al menos este año. No sólo su puesto cambió, sino buena parte del equipo, por la entrada de una nueva empresa que gestiona el evento. Los ayuntamientos e instituciones quieren quitarse lastre y están privatizando la gestión de muchos eventos, lo cual no estoy muy convencido de que sea la mejor de las soluciones. Pero ese es otro tema.

El caso es que hubo fallos organizativos en la venta anticipada por internet de las entradas, que causaron sobre todo la ira de algunos espectadores, y que deslucieron desde la óptica local el certamen. La nueva dirección declinó toda responsabilidad y la achacó a la empresa contratada por la Seminci, pero para el que hizo cola y no consiguió butaca o se encontró que a pesar de tenerla la sala estaba llena, es a la cabeza visible, o sea a Angulo, a quien pueden culpabilizar.

Por encima de este detalle, el nivel de las cintas mejoró, y hubo bastantes invitados destacados. Es de esperar que la cosa mejore considerablemente el año próximo, cuando el equipo se consolide y Angulo controle todos los resortes con el tiempo suficiente. Porque lo nombraron en verano, apenas unos meses antes de esta última edición.

Muchos nostálgicos recuerdan -recordamos- aquellas brillantes Semincis de los 80 y 90 cuando todas las películas se dividían en buenas y mejores, porque el certamen era un verdadero festival de festivales, que traía en primicia lo mejor de Cannes, Berlín o Venecia. Ese festival, que bajo el mando del actual director general de Cine Fernando Lara, vivió sus mayores momentos de gloria no puede volver, ni aunque su mentor se sentara de nuevo en un despacho del Teatro Calderón, por la sencilla razón de que, como decíamos al principio, todo cambia.

San Sebastián tiene desde hace unos años una sección llamada "Perlas de festivales" que le roba parte de lo mejorcito, y otros festivales previos y el posterior de Sevilla, dedicado en exclusiva al cine europeo y con sustanciosos premios en metálico, pueden llegar a ser más seductores para los distribuidores nacionales e internacionales.

Es ahora mucho más difícil dirigir Valladolid. A Javier Angulo, a quién habrá que juzgarle de verdad en un año, le espera una dura tarea.

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