miércoles, 26 de marzo de 2008

Recuerdo admirado a Rafael Azcona

El talento de Rafael Azcona fue reconocido y reconocible. A él se deben la mayoría de las grandes películas del Franquismo y la Transición. Le consideraban el más popular de los guionistas nacionales, profesión de desconocidos. A pesar de ello brilló por su modestia. Muchos, incluido servidor, se han sorprendido ahora al leer o releer su cerca de centenar de referencias guionísticas. Estuvo en películas que atribuíamos a sus directores. No sólo en esas comedias de Ferreri o Berlanga que entroncaban con su vena humorística desplegada en el semanario de humor La Codorniz, sino también en intensos dramas. Azcona era un todo terreno, un discretísimo profesional que rivalizaba con Erice en huir de focos, festivales y entrevistas.

Imagino que en el caso del escritor riojano era algo intrínseco a su personalidad. No se consideraba importante y -sabio además de genio- era consciente de que son justamente los más necios y pretenciosos quienes menos merecen la admiración ajena. El mundo del cine está amueblado de vanidades múltiples, de envanecimientos ridículos, de tipos mediocres que se autocalifican de "Autores", palabra que cuando sale con mayúscula de la boca de quien así se considera me parece odiosa. En este panorama de niñatos que se creen genios antes de afeitarse a diario, de "maestros" cuyas recaudaciones -síntoma de desaprecio popular- no darían mi para pagar una cena a su familia, Rafael Azcona se conformó con trabajar y no hacer ruido, dejar que los demás se atribuyeran al menos parte de su talento. Sabía que la admiración que vale es la del cariño de quienes te quieren y con quienes compartes una película, una copa o un cigarro.

¡Qué gran lección nos ha dado hasta el último momento! Se ha ido por la puerta de servicio para evitarse el pornográfico espectáculo de trajeados vividores plantados junto a su ataud, mezclándose con sus verdaderos amigos. Nunca tuve el placer de conocerlo, pero estoy seguro que he aprendido mucho de él a través de sus películas, esas en cuyos carteles el apellido Azcona apenas se lee en letras pequeñas.

jueves, 20 de marzo de 2008

Interrogado en Miami

Ya estoy de vuelta a casa después de mi viaje a Miami y Cartagena. El primer aeropuerto, por cierto, posiblemente uno de los más concurridos del mundo, ejemplifica el peculiar sentido de los derechos humanos que tiene la Administración norteamericana. Mi vuelo era un Madrid-Miami i/v, pero la última semana la pasé en Colombia. Para regresar desde este país, tuve que pasar de nuevo lógicamente por Miami. Un tránsito de apenas 4 horas, sin salir del aeropuerto. Soy ciudadano español y mi pasaporte está perfectamente en regla (si no no me hubieran dejado entrar en USA el día 27 de febrero pasado), y junto con él llevaba mi pasaje de regreso a España. Bueno, el caso es que fui sometido a dos interrogatorios de sendos agentes policiales sobre cuestiones como "¿Por qué estuvo en Colombia?, ¿Dónde se alojó allí?, ¿A qué se dedica?...

Como entre pitos, flautas y colas andaba justo de tiempo, pacientemente respondí a los uniformados, por supuesto lo que me dio la gana. Incluso si fuese ciudadano norteamericano me molestaría tener que dar explicaciones a un policía sobre cómo y por qué me desplazo a otro país. Bastante tiene uno que aguantar con ser registrado, descalzado, manoseado... como para que deba dar explicaciones sobre su vida privada. Pero el caso es que no soy gringo y no pensaba quedarme en su bendito país. ¿Para qué quiere Bush saber el motivo de que una persona extranjera se traslade a un tercer país? Si sospecha que soy un peligroso narcotraficante internacional, que me registre de arriba a abajo, pero no tengo por qué dar explicaciones de mi vida a un funcionario de un país que no es el mío, en donde y con quien dormí en otro país, o detalles que en nada afectan a la seguridad o la salud de los norteamericanos.

Por supuesto, como les decía, no tenía ni vocación ni tiempo para hacerme el héroe y decir a los sicarios de un gobernante extranjero que no pensaba responderles, así que me limité a dar una versión aproximada de la realidad, datos naturalmente que nadie se molestó en comprobar.

Ese adalid de la libertad llamado George W. Bush, responsable de la muerte de medio millón de personas -según cifras conservadoras- desde que decidió para enriquecer a las compañías petrolíferas y de armamento invadir Irak hace cinco años, secuestrador sin orden de detención o juicio de ciudadanos extranjeros a los que encierra en ese limbo jurídico llamado Guantánamo, ha dado muestras sobradas de su nulo respeto por el derecho a la privacidad de sus ciudadanos, a los que puede espiar sistemáticamente llamadas o emails. Ellos -algunos-le votaron. Yo no, lo cual me exime de la vergüenza de tener un presidente y vivir en un sistema que tiene un perturbador tufo fascista.

martes, 4 de marzo de 2008

Postales desde South Beach

El Festival de Miami sigue discurriendo con mejor tiempo meteorológico que al inicio. Servidor se está dedicando sobre todo al cine iberoamericano, que tiene una sección propia competitiva y presencia en otros apartados informativos. Entre lo visto hasta la fecha, me quedo con la mexicano-española "La zona", la brasileira "Estomago" y la española "Bajo las estrellas". El cine argentino ha presentado varios títulos más o menos interesantes, pero yo al menos no he acabado de sintonizar con films como "El otro", "Encarnación" o "Cordero de Dios". También vi la opera prima de Gael García Bernal, "Déficit", que sabe quizás a poquito, pero para pasar el rato no está tan mal. Perdónenme la falta de rigor pero las críticas sesudas nunca han sido lo mío. Prefiero las reacciones viscerales o sentimentales... o entras o no entras, o despierta algún tipo de atracción lo que ves o empiezas a removerte en tu butaca, interrogándote por las motivaciones de quien rodó la película, y si con esas intenciones a veces buenas otra persona con más talento podría mejorar la cosa...

"Déficit" coincide con "La zona" -ambas de directores mexicanos (de adopción Rodrigo Plá)- en plantear el abismo de clases en su país, con una minoría afortunada que disfruta de una gran vida en las antípodas de la miseria circundante. Los personajes de Gael son jovencitos, cuates, que se drogan, beben, ligan y se divierten en una fiesta, mientras que los de Plá son familias en un barrio residencial que es una isla de abundancia y lujo "american style" contra la que chocan las olas de la pobreza. De manera que es un cine claramente más preocupado por lo social que por el intimismo reflexivo y familiar de las cintas argentinas.

Por su parte, "Bajo las estrellas" y "Estomago" son de esas películas que te reconcilian con el Cine, escrito con mayúsculas: historias poderosas y bien contadas, con humor y emotividad, originales y a la vez accesibles a cualquier espectador.

Del resto del festival, como saben es la primera vez que vengo, así que sobre todo observo y deduzco. No se cómo fue los 24 años precedentes, pero estos días veo que pese a la buena voluntad de muchos de los organizadores, voluntarios, gente de prensa, etc... se echa de menos la seriedad de un festival de los importantes: algunas ruedas de prensa se cancelan en el último momento, las proyecciones jamás empiezan a su hora, incluso sin que se espere a un representante de la película para que la presente. Varios de los cabezas de cartel anunciados no han aparecido: Bardem, Gael, Juliette Binoche... y otros ni siquiera han querido dar una rueda de prensa, por no decir entrevistas... Ni unos ni otros parecen tomarse el festival muy en serio. Pero bueno, la calle está soleada, animada, la playa cerca, las mujeres pasean su belleza y los "gays" sus músculos aceitados. Contemplar la fauna humana es un espectáculo posiblemente más apasionante que algunas de las cintas programadas. Así que no voy a quejarme demasiado...

sábado, 1 de marzo de 2008

Paseando por Lincoln Road

Es la cuarta vez que vengo a Miami, aunque la primera por el Festival Internacional de Cine, que este año celebra su primer cuarto de siglo. La ciudad más conocida de la Florida no está entre mis lugares favoritos del mundo. No puedo evitar contemplar sus más promocionados paisajes urbanos y playas como decorados de película o telefilm, recreaciones informáticas en tres dimensiones, para que las saquen en "C.S.I. Miami" o "Dexter". Detrás hay una de las muchas ciudades norteamericanas enormes, extensas, con casitas unifamiliares cuadriculadas por autopistas y un "mall" cada poco.

Hace años estuve cerca de tener un trabajo en esta ciudad. Por suerte, no salió. Obviamente hay muchos sitios peores, así que no voy a quejarme de estar aquí, ya que vine voluntariamente. Simplemente quería antes que nada transmitirles que no es el lugar fascinante por el que parecen soñar millones de personas, especialmente en América Latina. Si es cierto que pocos sitios como este tan llenos de contradicciones, pero también de tolerancia y respeto a la diversidad. El destino donde miles de norteamericanos van tras su jubilación y en espera del adiós en un ambiente cálido, el de los "homeless" que emigran acá como las aves al llegar el invierno, las calles por las que pasean los deportivos más espectaculares del mercado, las berlinas más lujosas y los todoterrenos más impresionantes, la capital del turismo "gay" del sur-este, la nueva patria de incontables emigrantes caribeños y suramericanos, un escaparate de bellezas femeninas de cualquier raza y nacionalidad... Todo esto y mucho, muchísimo más, es Miami.

El festival en sí mismo parece sumido en un etapa de celebración -cumple 25 años- pero aún más de cambio. Ha estrenado nuevo director, y me parece que busca unas señas de identidad más profundas. Esta es una ciudad de vacaciones, de diversión, de compras y frivolidad, pero algunos también quieren que sea de cultura y espectáculo. Imagino que no es tan fácil darle una personalidad, y atraer a la prensa y a un público joven. Hace un rato estuve en la proyección de una película brasileira, "O estomago", inteligente fábula sobre los placeres de la carne, la mesa y el poder, y la media de espectadores era de 35 años, lo que me dejó bastante sorprendido. También que la gran mayoría fueran anglosajones de clase media-alta. La prensa tampoco parece mostrar demasiado interés. A las 2 de la tarde acudí al único pase de prensa del día... Y vi la película yo solo en el cine. Es una experiencia no nueva (hace años en Cuba ví así unos cuantos clásicos nacionales en una sala del ICAIC para un ciclo que estaba preparando) pero sí ciertamente extraña y poco común para el común de los mortales cinéfagos. En fín, que en próximos días les daré más impresiones desde la fresquita en lo meteorológico Miami.
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