lunes, 20 de septiembre de 2010

Engaño, broma o mentira

Con pocos días de diferencia, los periodistas nos hemos visto reflejados en el espejo con cara de tontos, comprobando lo fácil que es que nos tomen el pelo. Por un lado el famoso embarazo de Penélope Cruz, y por el otro el montaje de Joaquin Phoenix y su cuñado Casey Affleck, dos casos distintos de engaños, nos han cambiado el paso.

Lo de "Pe" -no se si compararlo- no es una broma, sino una mentira. Todos los personajes famosos están expuestos permanentemente a los focos. Forma parte de la cruz de su moneda, cuya cara es el éxito, la fama y el dinero. Como profesional de la prensa, siempre he pensado que están en su derecho de callar todo lo que consideren privado, igual que el resto de los mortales. Un embarazo no es algo que se pueda ocultar muchos meses ni algo de lo una deba arrepentirse. Entonces, ¿por qué decir que no, pedir a sus próximos, amigos y representantes, que digan que no, cuando tarde o temprano se iba a revelar la circunferencia del engaño?

La hipótesis más plausible (algún día sobremos el motivo de lo que ha sido visiblemente un error) es que determinada cuestión contractual o de seguros relacionada con el rodaje de su película actual, la cuarta entrega de "Piratas del Caribe", esté detrás del desaguisado. De acuerdo, era mejor que nadie se enterara hasta el final de la filmación, pero... ¿Por qué mentir? ¿Por qué decir que no había tal embarazo para dos meses después reconocer que sí, y que además es de cuatro meses y medio? Si ha sido la propia Cruz la que dió instrucciones a su agencia de representación, Kuranda, para que desmintiera su estado de buena esperanza, no le ha hecho un gran favor. ¿Ahora quién va a estar seguro que un comunicado de esa entidad relativo a cualquiera de sus clientes debe ser tomado como verdadero... Sabiendo que en dos meses puede ser rectificado y lo que antes era blanco luego puede devenir negro?

Asumimos que había que silenciar el embarazo. De acuerdo, pero lo lógico no es decir que no, sino callar. Ni se confirma ni se desmiente... Ese ha sido el error, mentir a los medios de comunicación, los cotillas y los serios, que han tratado el asunto.

Lo de los amiguetes Phoenix y Affleck sí ha sido una estafa, una inocentada bien orquestada, aunque los motivos no estén muy claros tampoco y pueden ir más allá de hacer unas risas. Parece que ambos querían invitar a una reflexión sobre la fama y sus costos, e idearon una paulina caída del caballo de Joaquin Phoenix, dispuesto a dejar el cine para dedicarse al "hip hop". Muchos tragamos. Al fin y al cabo constaba que el señor tenía cierta idea previa de música. Si ese cambio de tercio iba acompañado de una aparente pendiente autodestructiva... bueno, otros la emprenden manteniendo su empleo. Ocurre en las mejores familias.

En realidad, Phoenix y su cuñado Casey Affleck lo que pretendían era hacer un documental, un falso documental, que como su realizador dijo, fuera "el papel de su vida" para el protagonista, o sea el actor transmutado en rapero. No se trataba sólo de ofrecer un retrato inventado y de reflexionar sobre el precio del éxito, sino de venderlo. Para ello, había que vender que todo era auténtico, incluídas entrevistas con los medios mintiendo descaradamente. Vale, era una broma, pero no deja de ser una mentira. Y si como se ha insinuado, pretendían callarla hasta que la cinta fuese comprada por distribuidores internacionales en Venecia y Toronto, es una estafa. Salvo que los compradores estuvieran también en el ajo y fuese advertidos que el "documental" no era sino purita ficción.

Los periodistas mentimos mucho, todos lo dicen, pero es evidente que ya no somos los únicos.

domingo, 14 de febrero de 2010

Claroscuros del cine iberoamericano: Argentina no está sola

En un artículo de opinión publicado este domingo por La Nación, Pablo Sirvén abunda en los resultados del cine argentino durante el pasado año, en el que el gran éxito de una gran película, "El secreto de sus ojos", candidata al Oscar y al Goya, y millonaria en recaudación, no logra ocultar decenas de fracasos, que quizás ya lo eran antes de llegar a las salas, por su nula ambición de convocar espectadores, deficiente promoción y distribución paupérrima. El caso no es único, se repite en el resto de los más importantes mercados iberoamericanos en producción: España, México o Brasil.

Las cifras que recuerda Sirvén son éstas: El film de Campanella lleva en la Argentina 2.400.000 espectadores, y ha captado por sí sola el 45 por ciento de los espectadores del cine nacional en 2009. Contando con la cinta que protagonizaron Darín, Villamil y Francella, se estrenaron 85 películas, de las que sólo 20 superaron las 10.000 entradas vendidas. Y el resto, 65, quedaron por debajo.

En opinión del columnista, "todo este caprichoso desbarajuste de números, en el que muy pocos ganan y muchos pierden, se debe a una política oficial que durante años demagógicamente financió proyectos sin destino, películas de principiantes o de elitistas pretenciosos a los que los tiene sin cuidado si el público va a verlos o no, total ya tienen sus gastos cubiertos y viven del torrente de billetes que expele el INCAA, cuyo presupuesto asciende a 250 millones de pesos".

Añade Sirvén que la actual responsable del Instituto de Cine argentino, Liliana Mazure, la situación parece reconducirse, aunque aún queda lejos la adopción de un concepto "industrial", que fomente la existencia de películas buenas y comerciales, como la citada "El secreto de sus ojos". Y concluye: "Hay varios caminos que la producción local puede intentar para reconciliarse con su público. Las cartas empiezan tímidamente a jugar a favor para hacerlo. En 2008, gracias, a "Un novio para mi mujer", y el año pasado, en virtud del éxito de "El secreto de sus ojos", mucha más gente vio cine argentino. Insistir y profundizar por este lado, mal que les pese a unos pocos, es el único y lógico camino a seguir".

Situaciones similares las hemos vivido en los últimos años en España, México y Brasil: Demasiadas cintas que se hacen única y exclusivamente gracias a dinero público, y que en el mejor de los casos van a algunos festivales, y con premios o sin ellos, se estrenan tarde y mal. ¿Por qué? Pues la única respuesta que se me ocurre es que en una gran mayoría de los casos son cintas que se hacen pensando más en la autosatisfacción de sus autores que en la del público. Es cierto que no juegan en un mercado libre, sino cautivo de las multinacionales americanas, que acaparan la mayor cantidad de pantallas, pero no creo equivocarme en que no hace falta hacer una superproducción para tocar la fibra sensible del espectador. Basta con al menos intentar brindarle algo que le entretenga, le seduzca, le provoque...

Pero eso es casi un planteamiento filosófico de base, y muchos cineastas, especialmente los jovenes, no ven mucho más allá de su propio ego o su "autoría", si prefieren un término menos ofensivo y más cotizado. El resultado ahí está: Un dinero de todos invertido en films efímeros que casi nadie ve.

En primera instancia, la responsabilidad es de los productores, que no pueden o no quieren plantear su película como un productor, cultural sin duda, pero producto, que hay que cuidar desde la preproducción, promocionándolo, destacando sus virtudes, en primer lugar para interesar a los distribuidores. Estos quieren ganar dinero, algo que para nada es deshonroso, puesto que toda empresa se crea con ese fin: una rentabilidad que le permita subsistir.

Pero, por supuesto la materia prima es la película, la historia, los actores... Hay que ser exigente a la hora de crear, exigente con uno mismo, de cara al destinatario final, el público. Siempre he pensado que una buena cinta acaba sintonizando con su audiencia. Estoy seguro que usted, amig@ aficionad@ ha visto con frecuencia una película de la que ha pensado que jamás, siendo productor, hubiera querido hacer, porque no interesa a casi nadie. El problema surge cuando el "papá" Estado es el que paga la película, pero justo la película, ni una buena promoción, ni hace nada para facilitar su distribución y menos su exhibición. El resultado final lo vemos en muchos de nuestros países: celuloide pronto olvidado.

La situación se esta volviendo insostenible, y de ahí que en Argentina o España se empiecen a tomar medidas para promover cintas comercialmente viables y evitar el despilfarro. Pero aún queda mucho camino por recorrer, y los primeros pasos los deben dar los propios cineastas.

domingo, 7 de febrero de 2010

Nuevos motivos de sano orgullo

En medio de tanta crisis hay que aprovechar el menor resquicio para la esperanza. Muchas cosas van mal, pero en lo que al cine iberoamericano se refiere, estamos en un gran momento. Me puedo referir a esa nueva edición de los Oscars en la que una actriz española, Penélope Cruz, dos películas coproducidas por países de nuestra área cultural y un corto animado en 3D optan a estatuilla, pero también al palmarés de Sundance, en el que por segundo año consecutivo títulos latinoamericanos han acaparado premios, en liza con cintas de todo el mundo.

Dos alegrías en menos de un mes, y una prueba más que nuestro cine nunca ha sido tan bueno y que la marginación que hemos sufrido en algunos otros festivales y mercados es tan injusta como estúpida.

De estos éxitos recientes, me quedó con dos detalles importantes. El primero es que al Oscar extranjero se presentaban producciones de 65 países, entre ellas 12 iberoamericanas, y que en una selección final de cinco títulos han quedado dos hablados en español: "La teta asustada" y "El secreto de sus ojos", cintas que -anoten de paso- no sólo han acaparado buenas críticas y premios, sino que han sido grandes éxitos comerciales en sus respectivos países de origen.

La Academia española se equivocó democraticamente al elegir a Trueba y su "Baile de la Victoria" en lugar de respaldar a "Los abrazos rotos", de Pedro Almodóvar, quien con independencia de la comparación cualitativa (a cada cual sus gustos...) era evidentemente una mucho mejor candidata, con mayores posibilidades de nominación y premio. Imagino que bastantes académicos votaron no con este objetivo que acabo de citar, sino para saciar sus fobias personales. Allá ellos. El film de Trueba ni siquiera pasó la primera criba. Si "Los abrazos rotos", que recordemos ha sido elegido entre los mejores films en lengua no inglesa en los Globos de Oro y los BAFTA, hubiera representado a España quizás ahora hablaríamos de tres candidatos latinos...

Valdivia (dcha.) junto al elenco de 'Zona sur'También me parece destacable que por segundo año consecutivo el cine iberoamericano haya brillado en Sundance, dentro de su competición internacional. Nada menos que tres títulos en el palmarés final, con una diversidad además de recompensas artísticas y técnicas. Primero un premio del público para la coproducción peruano-colombiana "Contracorriente" que demuestra que podemos ser comerciales, otros dos de realización y guión para Juan Carlos Valdivia por su boliviana "Zona sur", que avala nuestros valores creativos, y finalmente el de fotografía para la argentina "El hombre de al lado", que habla de un virtuosismo también técnico. En definitiva, que frente a otras cinematografías del mundo, se compite y se gana. Que tomen nota en Cannes u otros foros donde tienen una percepción del cine latino que no ha cambiado en tres décadas.

Ojalá todo esto sirva para convencer a los reticentes de la necesidad de estrechar lazos entre los diferentes países y apoyar la circulación de nuestras películas en todo su amplio mercado natural, que es el de la lengua española, si es necesario creando circuitos paralelos a los comerciales, que todos sabemos a qué intereses responden.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Reordenar el panorama festivalero

Dicen que el que paga manda. Ignasi Guardans, dispuesto a racionalizar e imponer criterios coherentes en el uso del dinero público, ha llamado la atención de los festivales de cine españoles y sus organizadores sobre la necesidad de poner orden y -lo que me parece bien importante- impedir la competencia desleal entre certámenes, financiados con fondos oficiales. El director general de Cine contaba lo anterior al diario El País y daba algunas pinceladas de lo que a su modo de ver no era lógico: como que San Sebastián tuviera un mercado y que compitiera como escaparate del cine español (lo que le corresponde según él a Málaga), que algunos ayuntamientos no apoyen suficientemente a sus festivales, fechas solapadas, etc...

Particularmente, en la jungla de festivales, lo que considero más necesario a la hora de aplicar algo de orden es impedir que por el simple hecho de tener más dinero se pueda uno meter a jugar en terrenos que tradicionalmente correspondían a otros. Huelva, el festival iberoamericano con el que estuve vinculado 12 años, y del que fui entre otras cosas director, fue durante muchas ediciones el único bastión del cine producido en América Latina, pero San Sebastián creo "Horizontes latinos" y Málaga, el certamen más "sobrado" de dinero en relación con sus gastos teóricos, también se sacó de la manga un apartado con producciones de esa región.

Podemos cambiar de ciudad y recordar cómo el monopolio del cine premiado en festivales extranjeros que un día fue de la Seminci de Valladolid se lo quitó San Sebastián creando "Perlas de otros festivales", o cómo Sitges acogió títulos ya no del cine fantástico o de terror que fue su divisa original. Sí, los festivales españoles han entrado en evidente competencia entre sí, pero dudo mucho que Guardans con toda su buena voluntad sea capaz de resolver eso, por una razón muy simple, la frase inicial. El Ministerio de Cultura concede aportaciones generosas, sobre todo a los más grandes, pero minoritarias frente a las que dan ayuntamientos y comunidades autónomas, de manera que no manda. Así de simple. Además desde San Sebastián, por ejemplo, le han dicho que eso de llevarse el cine español casi en exclusiva a Málaga ni lo piense, que ellos también quieren tener un mercado, mercadillo más bien, mejor que nada. Y respecto de esto último, la verdad es que tampoco es que Málaga rasque demasiado. El mercado natural del cine español está en donde de verdad se vende, o sea el American Film Market, Toronto y Cannes.

A Guardans lo que le pierde es su vocación de estar en los papeles. Antes o mientras trabaja, y no cuando tiene las cosas ya resueltas, que sería lo oportuno. Ahora ha hablado en un diario, ha cabreado a unos cuantos festivales... y para al final posiblemente no conseguir nada o casi nada. Si no... al tiempo.

sábado, 3 de octubre de 2009

Polanski y la culpa

El revuelo sobre el "Caso Polanski" ha sido importante, y sigue dando noticias a diario desde que el cineasta fue detenido en Zurich a petición de las autoridades judiciales californianas. Muchos de sus colegas -aunque no todos- han salido en su defensa, criticando a los helvéticos por aprovechar la invitación a un festival para arrestarle, y solicitando su perdón.

Siempre he sido enemigo del corporativismo, que es primo hermano de la xenofobia. Lo nuestro es lo bueno y no se puede juzgar con el mismo criterio que lo ajeno. O como dijo aquel político norteamericano gráficamente, "es un hijo de puta, pero es "nuestro" hijo de puta", por lo que merece un trato especial.

En el caso que nos ocupa, no es importante si el tiempo ha pasado y entremedias Polanski ha seguido rodando grandes películas que engrosan la historia del cine. Una de ellas es la oscarizada "El pianista", sobre un caso real relacionado con el holocausto, hecho histórico que lamentablemente Roman Polanski conoció en carne propia. Ni él, ni los judíos, ni todo ciudadano bien nacido puede olvidar, ignorar o perdonar el exterminio de una parte de la raza humana -único calificativo válido para poner delante o detrás de la palabra raza-, por mucho tiempo que haya pasado.

De la misma forma, no importa que Polanski perpetrara su violación de una menor de edad hace más de tres décadas. En EEUU esos crímenes no prescriben, y en el sentido común, tampoco. Es igualmente irrelevante el perdón de la víctima, que si no me equivoco fue indemnizada en su momento.

El realizador franco-polaco ha estado todo este tiempo huyendo de la justicia norteamericana y de un delito asumido -al menos parcialmente- por él mismo. Ello le ha permitido seguir trabajando en el resto del mundo y preservar su libertad, pero el incalificable daño cometido sigue ahí, y no lo puede borrar una estatuilla dorada.

En Francia, cuyas autoridades han respaldado al director, además de la solidaridad de numerosos colegas, una voz discordante, la de Luc Besson, ha recordado que una cosa es la exitosa carrera de Polanski y otra su responsabilidad humana para asumir sus errores. Es evidente que el autor de "Chinatown" no es un violador o un criminal en serie, pero su enajenación de un día, su error, requiere de una reparación, aunque sólo sea con el fin ejemplarizante de demostrar que nadie por el hecho de ser artista deja de ser persona consciente de sus actos.

Puedo entender a quienes le apoyan y piden su indulto. Incluso podría personalmente unirme a ellos una vez que Polanski tenga la valentía de acudir ante el tribunal norteamericano que llevo 32 años esperándole para dictar sentencia, pero su actitud en todo este tiempo ha sido de cobardía y negación de la realidad. El viejo principio del Derecho que asevera que todos somos iguales ante la Ley se debe aplicar también aquí.

En la recta final de su vida, Roman Polanski, persona sensible al sufrimiento como lo ha demostrado en pantalla, debe dejar de negar la realidad y asumir un castigo para su error. Sólo entonces podremos pedir a la Justicia que sea magnánima.

jueves, 25 de junio de 2009

Fiesta del Cine: Manifiestamente mejorable

Aunque hayan tenido un cuarto de siglo para estudiar al detalle el fenómeno en Francia y hacerlo copiado al detalle, el resultado de la española Fiesta del Cine no ha resultado tan positivo como algunos esperábamos y deseábamos. Se dice que ha sido un 31% superior la afluencia respecto del mismo período del año pasado, entre el domingo y el martes de esta semana, con las entradas a un tercio de su precio normal.

Todo lo que sea sumar está muy bien, pero de cara al año que viene habría que aspirar a más, con una campaña manifiestamente mejorable. En primer lugar en tiempo. Nos enteramos tarde. Por supuesto el grueso de la campaña debía desarrollarse en los días inmediatamente previos, pero al tratarse de un evento nuevo que nunca se había convocado antes, le hubiera venido muy bien previas informaciones y una promoción mejor hecha.

Es muy positivo que los tres sectores de la industria del cine se pongan de acuerdo, y no es habitual que ocurra. Ojalá sea sólo el principio de un consenso en beneficio de todos.

Pienso que para obtener mejores resultados podrían haber recurrido a los rostros de los actores y directores más populares para integrarse en esa campaña en lugar de los modelos anónimos que la protagonizaron, y haber realizado el pasado fin de semana algún o algunos actos públicos que reivindicaran el necesario concepto de la "fiesta", la celebración del hecho cinematográfico como una comunión de adictos a la misma religión.

Si esta es la Fiesta del Cine, pues merecía una mejor celebración, quizás también con mayor inversión en dinero y sobre todo en imaginación.

En fin, es la primera vez... y en este país arrancar suele ser lo más difícil. Alex de la Iglesia subrayaba recientemente que la promoción es uno de los puntos débiles del cine español. Aquí tenemos una prueba palpable de lo certeras de sus palabras...

viernes, 5 de junio de 2009

Mi Nochevieja con Kung Fu

Una de las más peculiares despedidas de año de mi vida la compartí con David Carradine. Bueno, con él y cien personas más... Fue la de 1990. Estábamos en Torremolinos, en un festival de cine tan efímero que sólo duró una edición, precisamente aquella. El director del certamen, Luis Mamerto López Tapia, que ahora estará tomando gin-tonics en el cielo de la buena gente, me había encargado dirigir la revista del festival, y allí nos fuimos casi todos los que hacíamos la misma tarea en Huelva. David Carradine era la estrella internacional.

El pobre Mamerto, o quien fuese, había tenido la brillante idea de celebrar el evento a final de año, así que nos tocó comer las uvas en aquel hotel de la Costa del Sol, y allí estaba él, con su alta y rubicunda esposa. Conocer en persona a Kung Fu fue algo muy especial para mí, que había forjado mi pacifismo en las enseñanzas del maestro del "Pequeño saltamontes". O sea que era un adolescente cuando pusieron la serie en la tele única del Caudillo.

Y es que a Carradine todos en mi degeneración le llamábamos Kung Fu, aunque ese no fuera el nombre de su personaje, sino el de la propia serie. En persona, era un tipo alto (su mujer igual), bastante más relleno en aquel momento que en sus últimos años, que bebía como un secante. Imagínense a que velocidad corrían los rumores entre los que trabajábamos en el festival sobre los cargamentos de vodka que consumían él y su señora. No obstante, como muchos bebedores profesionales, sabía mantener la compostura. Le recuerdo yendo a descargar la vejiga y sabiéndose observado por todos nos sonreía y hacía un signo con el pulgar, como diciendo "todo está OK".

No he podido dejar de pensar en aquel día y aquel festival, este jueves en el que hemos conocido la noticia de que el actor norteamericano pasó a mejor vida, al parecer por su propia mano. Como bien me recordaba mi compañero y sin embargo amigo Manolín Bellido, que ha estado revisando las imágenes que grabó aquel año para la cadena en la que sigue trabajando, muchos de los protagonistas de aquel certamen de hace casi 20 años ya no están en este valle de lágrimas: Ni Jean Negulesco, que ya estaba muy mayor entonces, ni Peter Viertel, guionista de "La reina de Africa" -ambos residentes en la costa malagueña-, ni tampoco Mamerto, al que aquel festival se le fue de las manos y de presupuesto. Ellos y David Carradine se han vuelto a reunir ahora en el Olimpo de la gente que fue feliz haciendo cine y regalando sus sueños al resto de la humanidad.

sábado, 30 de mayo de 2009

Un buen presidente

No se si algún día Alex de la Iglesia se arrepentirá de haber tomado la decisión de presentarse a presidente de la Academia de Cine española. No olvidemos que el cargo exige dedicación intensa y no tiene ninguna remuneración, motivos por los cuales en casi toda su historia ha habido escasa candidaturas, casi siempre únicas, como ocurre ahora con la del cineasta vasco.

Tuve la oportunidad de charlar hace poco con Alex, a quien conozco desde que estrenó su primera película, "Accion mutante". Si se han tomado la molestia de leer mis reflexiones sabrán que mi visión es bastante crítica respecto del cine español como industria, pero reconozco que el autor de "El día de la bestia" tiene argumentos convincentes y sobre todo mucho espíritu de lucha, ganas de defender a los suyos y de cambiar el espíritu funcionarial que adorna a algunos de sus colegas.

Coincidimos mi compatriota y yo en que el cine español no tiene buena promoción, y que hay que trabajar en ese campo. El lo sabe bien por experiencia propia. A diferencia de algunos de sus predecesores, Alex tiene la doble experiencia de creador y de productor. Sabe lo que es jugarse su propio dinero y sobre todo tiene claro que el público es el que manda, y al que en ningún caso se debe culpabilizar de todos los males del cine español.

Es también una persona que ha meditado mucho sobre el asunto, que comunica bien, que maneja buenos argumentos y evita el dogmatismo y -en este caso muy meritoriamente- el victimismo.

Si todos los directores nacionales tuvieran su misma óptica y su nivel de riesgo, estoy convencido que la cosa iría mejor y se superaría la cuota de mercado de nuestro cine.

Tengo dificultades en creer que el ímpetu de un solo hombre, sin dudar un segundo de que De la Iglesia lo tiene a raudales, puede cambiar el panorama de toda una industria, sobre todo considerando que la Academia no es la Dirección General de Cine o el Ministerio de Cultura, ni siquiera es la FAPAE, o sea la Federación de Productores. Su margen de maniobra es escaso. Pero... es hermoso soñar, la ilusión nos engrandece y el positivismo puede llevarnos más lejos que una depresiva negatividad.

Alex me decía que era muy importante nuestra colaboración, la de los medios. En eso puedo tener la conciencia tranquila porque desde hace muchos años desde una modesta y pequeña trinchera estamos luchando para dar a conocer no sólo el cine español, sino también todo el que se hace en nuestro idioma.

Valoro también que el cineasta vasco no llegue como su predecesora echandole la culpa a los que se bajan películas (aunque asuma el daño que hacen), o sea responsabilizando a cualquiera o a cualquier cosa menos a la falta de calidad de muchas películas nacionales. Viene con ganas de pelea, de defender a unas profesiones que -como me decía- dan de comer a muchas familias, y en esa lucha nos tendrá de su lado, simplemente porque siempre hemos sentido esos mismos colores, valga el simil deportivo.

Es una cruzada de David contra muchos Goliats, pero por suerte seguimos siendo independientes y no dependemos de ningún grupo mediático o económico con intereses en promocionar únicamente a Hollywood, así que desde aquí animamos a Alex de la Iglesia y nos enrolamos en sus filas. No se si existen los hombres providenciales, pero los que demostraron serlo cambiaron la Historia, y mientras la divisa sea mejorar al cine español, puede contar con nosotros.

sábado, 23 de mayo de 2009

Caerse del guindo

Puede que los productores españoles, por fín, se hayan caído del guindo. En declaraciones a El País, el presidente de la FAPAE, Pedro Péréz, ha reconocido que se hacen demasiadas películas en España y que "El cine que producimos no conecta con el que quiere la gente. Eso es incuestionable". Una vez constatada la situación, sólo nos queda esperar a que nos digan si se van a poner a resolver los problemas o seguirán recibiendo sus subvenciones sin mover un dedo.

Hasta ahora, la culpa la tenía internet y esos delincuentes que se bajan películas, películas españolas, y en consecuencia no van al cine. Si creen que esta explicación -publicitada en su momento por la actual ministra de Cultura y antes presidenta de la Academia del Cine, Angeles González-Sinde- es divertida, anoten la nueva de Pérez, que coloca segunda en ranking después de la autocrítica del párrafo anterior (que el cine español no conecta): "Durante años ha habido una campaña de un grupo de comunicación para denigrar el cine español como forma de criticar a alguno de sus protagonistas porque sus opiniones -como ciudadanos, no como cineastas- no le gustaban. Y esa campaña ha calado".

O sea, que la gente no va a ver películas españolas porque determinado grupo mediático lo ha maldecido... Tremendo. Podríamos organizar un concurso para seguir encontrando responsabilidades peregrinas del fracaso comercial de la mayoría del cine nacional, pero no creo que lográramos mejorar las convicciones de González-Sinde o Pérez.

El problema es que los hechos recientes desmienten a ambos. "Fuga de cerebros", comedia de posiblemente cuestionable calidad, está arrasando, como también han funcionado bien "Mentiras y gordas" o la última de Almodóvar. De manera que ciertas películas aciertan, "conectan"...

El problema es que buenas, malas o regulares, muchas de las películas españolas se hacen con dinero público, gracias a las subvenciones (el aumento del presupuesto en este apartado ha conllevado un desaforado crecimiento de las producciones), y no pocas (dicen que alrededor de 40 el año pasado) no las ven ni el primo del productor.

Este es un país libre donde rige la libre empresa. Quien quiera monta una productora y hace una película. O la hace sin productora o con la de otro. Pero otro gallo nos cantaría si no existiera el papá Estado para financiar la creatividad cinematográfica nacional. No seré yo quien se oponga a las ayudas, que deben existir puesto que en la distribución y exhibición las multinacionales de Hollywood tienen una notable ventaja, pero creo firmemente que hay que racionalizar el sistema y corregir los errores que ya hasta la FAPAE detecta.

La Administración debe fiscalizar los presupuestos, asegurarse que no hay fraude en la petición y cuantía de las subvenciones, que las películas financiadas con dinero público se estrenan como exige la Ley, y -desde mi punto de vista- invertir más en los demás sectores de la industria, en la distribución (con especial dedicación a la promoción y marketing) y la exhibición, y no tanto en la producción. De poco sirve tener un catálogo anual de películas pagadas por el erario público si nadie las ve, ni siquiera en las teles, de madrugada.

Como uno en el fondo es optimista... el mea culpa de Pérez y la candidatura de un hombre que tiene claro cómo hacer películas que interesen, Alex de la Iglesia, a la presidencia de la Academia, me hacen pensar que quizás los profesionales del cine han asumido que esto no funciona y acaben encontrando soluciones. Ojalá.

jueves, 9 de abril de 2009

Todo el mundo merece una oportunidad


Supongo que todos o casi nos sorprendimos tras el nombramiento de Angeles González-Sinde como ministra de Cultura. Yo lo interpreto como un claro mensaje a un mundo del cine español institucionalizado bastante molesto con la actitud gubernamental, que no ha desarrollado la Ley de Cine y que como el resto de los sectores económicos está sufriendo la falta de liquidez y la cicatería de los bancos.

Es cierto que la guionista y directora ha sido cláramente beligerante contra los intercambios de material audiovisual en internet, incluso más que contra el "top manta", o sea la verdadera piratería. Lamento no coincidir con ella. Tengo claro que esas descargas "ilegales" (que yo sepa el intercambio privado no sólo no está penado por la ley sino que incluso nos cobran un canon digital descarguemos o no en discos duros, teléfonos móviles o simples discos vírgenes) puestos a perjudicar lo hacen mucho más al cine de Hollywood que al español, por la sencilla razón de que interesa más, hecho que soy el primero en lamentar. Pero bueno, si doña Angeles opina que la gente ve en internet mucho más cine nacional que a Batmans e Indianas Jones, es muy dueña...

Lo cierto es que el cine español precisa reformas y replanteamientos, y hay más posibilidades que estos ocurran con una ministra "del ramo". Por tanto González-Sinde merece su oportunidad. Hay que dejarla trabajar y al cabo del tiempo ya analizaremos qué hizo o qué dejó de hacer.

Unas cifras que he visto comentadas me preocupan seriamente. El presupuesto del ICAA, o sea el Instituto del Cine dependiente de su departamento, por sí solo, es de 80 millones de euros, de los cuales imagino que la gran mayoría es para subvenciones y ayudas varias. Frente a esta cifra, el año pasado -según la web del mismo Ministerio- las películas españolas estrenadas dejaron en taquilla poco más de 81 millones. De ellos, no lo olvidemos, al menos la mitad se los quedan los distribuidores y exhibidores, por lo que alrededor de 40 revierten en los productores. A pesar de ser "de letras" y sin contar con las demás subvenciones autonómicas y las inversiones de las televisiones, por un lado, y las posibles ventas internacionales o los rendimientos del mercado videográfico, resulta que el cine español cuesta mucho al erario público y es cláramente un negocio ruinoso.

No coincido con quienes creen que debería dejarse al albur puramente del mercado y que hacer películas es igual que fabricar coches o cultivar tomates. Es una actividad cultural, cuyo valor excede el puramente económico y tiene que ver con la imagen del país en el exterior. Pero sí que creo que debe reordenarse en favor de su comercialidad. No es de recibo producir más de 160 películas al año y que la aplastante mayoría pierda dinero a espuertas. Tampoco entiendo como un productor puede hacer una cinta tras otra sin suficientes espectadores y siga haciéndolo tan feliz. Me suena inevitáblemente a funcionariado.

No creo que se deba generalizar y que hay quien sí se esfuerza por sintonizar con el público. Esos son quienes deberían en mayor medida ser apoyados, aunque también algo tendría que quedar para películas más arriesgadas. Entiendo que todo esto es complicado, pero no la única preocupación que trasciende parece ser por la piratería y las descargas de internet. Nadie se plantea en qué nos equivocamos, sino quién -fuera del chiringuito del cine- tiene la culpa y de qué manera podemos pillar más dinero público o privado (vía exenciones fiscales, que al final sigue siendo dinero de todos) para seguir haciendo películas que no interesan y que con frecuencia ni siquiera se estrenan. Dejen de tirar balones fuera y jueguen de verdad al fútbol, o si no es posible, al menos a las canicas.
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