domingo, 14 de febrero de 2010

Claroscuros del cine iberoamericano: Argentina no está sola

En un artículo de opinión publicado este domingo por La Nación, Pablo Sirvén abunda en los resultados del cine argentino durante el pasado año, en el que el gran éxito de una gran película, "El secreto de sus ojos", candidata al Oscar y al Goya, y millonaria en recaudación, no logra ocultar decenas de fracasos, que quizás ya lo eran antes de llegar a las salas, por su nula ambición de convocar espectadores, deficiente promoción y distribución paupérrima. El caso no es único, se repite en el resto de los más importantes mercados iberoamericanos en producción: España, México o Brasil.

Las cifras que recuerda Sirvén son éstas: El film de Campanella lleva en la Argentina 2.400.000 espectadores, y ha captado por sí sola el 45 por ciento de los espectadores del cine nacional en 2009. Contando con la cinta que protagonizaron Darín, Villamil y Francella, se estrenaron 85 películas, de las que sólo 20 superaron las 10.000 entradas vendidas. Y el resto, 65, quedaron por debajo.

En opinión del columnista, "todo este caprichoso desbarajuste de números, en el que muy pocos ganan y muchos pierden, se debe a una política oficial que durante años demagógicamente financió proyectos sin destino, películas de principiantes o de elitistas pretenciosos a los que los tiene sin cuidado si el público va a verlos o no, total ya tienen sus gastos cubiertos y viven del torrente de billetes que expele el INCAA, cuyo presupuesto asciende a 250 millones de pesos".

Añade Sirvén que la actual responsable del Instituto de Cine argentino, Liliana Mazure, la situación parece reconducirse, aunque aún queda lejos la adopción de un concepto "industrial", que fomente la existencia de películas buenas y comerciales, como la citada "El secreto de sus ojos". Y concluye: "Hay varios caminos que la producción local puede intentar para reconciliarse con su público. Las cartas empiezan tímidamente a jugar a favor para hacerlo. En 2008, gracias, a "Un novio para mi mujer", y el año pasado, en virtud del éxito de "El secreto de sus ojos", mucha más gente vio cine argentino. Insistir y profundizar por este lado, mal que les pese a unos pocos, es el único y lógico camino a seguir".

Situaciones similares las hemos vivido en los últimos años en España, México y Brasil: Demasiadas cintas que se hacen única y exclusivamente gracias a dinero público, y que en el mejor de los casos van a algunos festivales, y con premios o sin ellos, se estrenan tarde y mal. ¿Por qué? Pues la única respuesta que se me ocurre es que en una gran mayoría de los casos son cintas que se hacen pensando más en la autosatisfacción de sus autores que en la del público. Es cierto que no juegan en un mercado libre, sino cautivo de las multinacionales americanas, que acaparan la mayor cantidad de pantallas, pero no creo equivocarme en que no hace falta hacer una superproducción para tocar la fibra sensible del espectador. Basta con al menos intentar brindarle algo que le entretenga, le seduzca, le provoque...

Pero eso es casi un planteamiento filosófico de base, y muchos cineastas, especialmente los jovenes, no ven mucho más allá de su propio ego o su "autoría", si prefieren un término menos ofensivo y más cotizado. El resultado ahí está: Un dinero de todos invertido en films efímeros que casi nadie ve.

En primera instancia, la responsabilidad es de los productores, que no pueden o no quieren plantear su película como un productor, cultural sin duda, pero producto, que hay que cuidar desde la preproducción, promocionándolo, destacando sus virtudes, en primer lugar para interesar a los distribuidores. Estos quieren ganar dinero, algo que para nada es deshonroso, puesto que toda empresa se crea con ese fin: una rentabilidad que le permita subsistir.

Pero, por supuesto la materia prima es la película, la historia, los actores... Hay que ser exigente a la hora de crear, exigente con uno mismo, de cara al destinatario final, el público. Siempre he pensado que una buena cinta acaba sintonizando con su audiencia. Estoy seguro que usted, amig@ aficionad@ ha visto con frecuencia una película de la que ha pensado que jamás, siendo productor, hubiera querido hacer, porque no interesa a casi nadie. El problema surge cuando el "papá" Estado es el que paga la película, pero justo la película, ni una buena promoción, ni hace nada para facilitar su distribución y menos su exhibición. El resultado final lo vemos en muchos de nuestros países: celuloide pronto olvidado.

La situación se esta volviendo insostenible, y de ahí que en Argentina o España se empiecen a tomar medidas para promover cintas comercialmente viables y evitar el despilfarro. Pero aún queda mucho camino por recorrer, y los primeros pasos los deben dar los propios cineastas.

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