
Programar un festival como el de Cannes es a la vez mucho más fácil que la mayoría de los de inferior categoría, porque a todo el mundo le apetece estar allí, y a muchísimos optar a una Palma de Oro. Prácticamente se tiene acceso a todo lo mejor hecho en el mundo en los meses previos. El problema es que sólo una veintena de títulos cabe, y las presiones son numerosas, empezando por las franco-francesas. Luego, las de las coproducciones, los institutos del cine, etc... O sea, que es jodido.
El cine español nunca ha tenido un lobby poderoso. Apenas coproduce con Francia, y ello explica el bajo número de títulos que desde que tengo uso de razón y desde que empecé a visitar ese mítico certamen -hasta hartarme- han competido por las Palmas. Quizás alguno de ustedes piense que además es bastante malo, lo cual no voy a discutir, pero les aseguro que he visto verdaderas cacas encerrado entre las rojas paredes del Palais, junto a algunas buenas películas, claro.
Este año, de nuevo el desierto: ningún director español en los dos apartados principales, la Sección Oficial y Un Certain Regard. Incluso ninguno en la Semana de la Crítica. Habrá por lo que sé al menos uno (catalán) en la Quincena... pero me parece lamentable. No es nacionalismo. Para empezar soy vasco... Simplemente creo que no obedece esta ausencia a criterios de objetividad comparativa. Puede que un año no haya entre 100 películas española una realmente buena y digna de estar allá... ¿Pero un año y otro, y otro? No me parece que el cine italiano sea hoy por hoy mucho mejor que el español... Pues mira, dos películitas nada menos en la S.O. de esta 61 edición.
En Cannes, ahora y antes de que las películas las seleccionara Thierry Fremaux, lo español no cae bien, con la casi única excepción de Almodóvar y algunos inteligentes productores catalanes que se han buscado socios in-situ para colocar sus películas en apartados paralelos. Como consuelo, siempre reviso la documentación, esa letra pequeña en las fichas técnicas de los títulos a concurso, donde aparece que tras un director israelí, argelino, mexicano o taiwanés se esconde un coproductor francés que ha puesto sus euros y ha presionado a quien corresponda para que su peli sea vista con más cariño que las demás. Normalmente más de la mitad, cada año, tienen algún coproductor francés. Por eso siempre digo que Cannes es el Festival Internacional del Film Francés.