viernes, 18 de abril de 2008

El patinazo de Coixet

Me imagino que por mucho ego que pueda tener, en el fondo del alma de Isabel Coixet debe anidar si no el arrepentimiento al menos la duda respecto del acierto de meterse en Hollywood por la puerta falsa de este trabajo "de encargo". Su adaptación de una novela de Philip Roth, "Elegy", llega este fin de semana a las salas españolas dos meses después de ser lanzada con escaso eco en el Festival de Berlín y como primer estreno comercial, incluso antes que en Estados Unidos.

No es que trabajar con guiones ajenos sea malo por definición, incluso para directores con experiencia previa en la escritura. Hay ejemplos de todo lo contrario. Las últimas películas de Cronenberg, por ejemplo, son bastante mejores que la mayoría de las que él mismo escribió. El problema, en este caso, es que el guión de Nicholas Meyer, de quien recuerdo con mucho cariño su "Los pasajeros del tiempo", se queda muy corto, en lo dramático y lo sexual.

"Elegy" es la historia de un veterano profesor que tiene por costumbre seducir cada año a alguna de sus jóvenes alumnas justo al acabar el curso. En la novela original de Roth, "El animal moribundo", se justifica la profunda pasión que surge entre estos dos personajes por el sexo, en unas muy satisfactorias relaciones eróticas. Podemos encontrar referencias recientes a algo parecido en la excelente cinta de Ang Lee "Deseo, peligro", donde otra pareja de sentimientos imposibles se deja arrastrar por un laberinto sexual que acaba en amor ciego.

La diferencia es que Ang Lee pudo imponer su visión y se arriesgó a que -mostrando en pantalla esas intensas relaciones de cama- fuera censurado en China y en Estados Unidos padeciera la "maldita" clasificación "NC-17". Sin embargo, Coixet, quien por cierto en su día aseguró que "Elegy" sí mostraría esas imprescindibles escenas de sexo, posiblemente se topó con una compañía, Lakeshore Ent., que no estaba dispuesta a llegar más allá de la "R" y al final la película se le ha quedado coja. Porque nada explica o justifica el por qué de esa improbable relación de "amour fou" entre una veinteañera y un sesentón, que -a diferencia de previas aventuras del profesor- se convierte en una experiencia pasional y devastadora.

Tampoco ayuda el que las escenas de cama, nada explicitas, sean fotografiadas por Coixet en plan parkinson, como si quisiera de esa temblona manera transmitirnos lo que no le han dejado mostrar. Ojo, no estoy reclamando pornografía. "Deseo, peligro" no es pornográfica. Tampoco lo es, por ejemplo, "Infiel", pero en ambas el espectador puede captar perfectamente que las respectivas atracciones amorosas tienen un evidente origen sexual. "Elegy", aparte de aburrida, es demasiado "light" para resultar creíble. Tampoco hay que echarle toda la culpa a la directora catalana. Los primeros que patinaron fueron los de Lakeshore, que quizás pretendieron hacer más comercial una historia "de autor" (volvemos a pensar en "Deseo, peligro") que desde luego no tiene el menor atractivo para un público juvenil mayoritario. Y puesto que la adaptación de Roth sí podría interesar a una más minoritaria audiencia adulta, por qué no dotarla de alas de libertad suficientes para no desvirtuar el material original. Otros lo hicieron y les funcionó. Me temo que esta "ni chicha ni limoná" firmada por Coixet pasará rápidamente al olvido.

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