domingo, 28 de octubre de 2007

Primera crónica -ajena- de Valladolid



Venciendo mi natural vagancia y vergüenza, y gracias a unos gramos de mala conciencia profesional acompañados, eso sí, por un par de copas de “ruedas” y de “cigales”, me dispongo a contaros algunas cosas sobre esta Seminci, o sea, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, que acaba de iniciar su rumbo este año.

La Seminci, por si no lo sabéis, fue hasta hace unos años un Festival de referencia, que proyectaba lo mejor que se había visto a lo largo de todo un año en certámenes de mayor grado y prestigio, a saber: Venecia, Berlín o Cannes. Desde hace unos años, sin embargo, tanto San Sebastián, con su sección Perlas de otros festivales, como Sevilla y su festival de Cine europeo le han ido poco a poco mordiendo las orejas y Valladolid ha ido perdiendo paulatinamente su bien ganado prestigio. Sin embargo este año la edición promete.

En la inauguración se proyectó Persépolis”, una bella, divertida y emocionante película de animación de Marjane Satrapi que el pasado mes de mayo en Cannes entusiasmó a prensa y críticos y, de paso, se llevó el premio del Jurado. En Francia, donde los comics en los que se basa el film se han convertido en objeto de culto, están como locos por ella y la han elegido como la representante del cine galo en la categoría de película en habla no inglesa en los Oscar de Hollywood.

Si mi olfato no me falla algo mojará por tierras californianas, sobre todo porque una de las productoras ejecutivas es Kathleen Kennedy, la mano derecha de Steven Spielberg. Y además resulta que la película está francamente bien, se ve con una de esas sonrisas amargas, que te va dejando paulatinamente un regusto de tristeza. Habla, sí, de la caída del Sha y de la llegada de Jomeini y de su revolución islámica. Pero es, sobre todo, una crónica sobre el desarraigo personal, la historia de una cría que tiene que salir de su país y viajar hasta Europa para comenzar una nueva vida. En mi humilde, y desde Valladolid, algo etílica opinión, no deberían perdérsela. Ya sabe que los niños, los locos y los borrachos suelen decir la verdad.

(Texto de mi colega y sin embargo buen amigo Clint Westwood)

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