miércoles, 19 de diciembre de 2007

Los penúltimos de la fila


En el tinglado del cine, los guionistas son los parientes pobres, los penúltimos de la fila. Ahora están de huelga en Estados Unidos, y con el impacto mediático del asunto, sobre todo cuando se aproximan los Globos y los Oscars, con ceremonias que pueden sufrir dificultades, la profesión se está sacudiendo las pulgas en medio mundo.

En el movimiento de los escritores de cine hay una reivindicación económica lógica, la de cobrar porcentajes razonables por la explotación de los nuevos formatos digitales, y otra para mí más importante, que no se si al final se resolvería también con dinero: la reivindicación moral de su peso en la industria.

Nadie duda del peso específico que una estrella puede tener en el éxito comercial de un film. La última de Will Smith es la más reciente prueba. Pero, ¿cuántas grandes películas que todos recordamos, nuestros títulos de cabecera, son por encima de interpretaciones y realizaciones, grandes historias? Sin duda, la aplastante mayoría. Y, sin embargo, resulta que frente al sueldo de una primera figura, un guionista de prestigio en caso de cobrar el 10% sale pegando botes de alegría.

Si a un actor se le pagan 10 o 20 millones de dólares es precisamente porque los productores son conscientes de su importancia. El reconocimiento dinerario proviene de una previa asunción moral de ese peso. En el caso de los guionistas, se les paga poco y mal porque no parecen importantes. Y no es cosa sólo de Hollywood. Yo recibo en la redacción numerosos comunicados sobre nuevos proyectos, rodajes o estrenos, españoles y latinoamericanos, donde no hay forma de saber quién escribió la película o su nombre aparece en el último párrafo. Si lo hizo el director, se asume que hablar de él como responsable del film lo cubre todo, y si no, da la sensación que para los productores el guión es un elemento que merece el mismo respeto que la cámara con la que se filma. Algo que se compra o se alquila, punto final.

Lo paradójico es que -como el caviar o las angulas- un buen guión es un bien escasísimo, que no se valora moralmente ni se cotiza en metálico, y frecuentemente se manipula en el rodaje y se ignora en el lanzamiento de la película. Me sorprendió ver que Akiva Goldsman, escritor de films como "El código Da Vinci", "Yo robot", "Una mente prodigiosa" o "Tiempo de matar", participaba junto a Will Smith y Francis Lawrence en la promoción de "Soy leyenda". Se ha hecho un hueco, pero su caso no es nada frecuente. Apenas vemos el pelo a los guionistas en las ruedas de prensa de las películas, salvo que sean directores además. Y, ¿cuántas veces el realizador de un texto ajeno no actúa como si fuese el autor único de la película?

En fin, que como ven simpatizo con la lucha de los escritores de cine y pienso que el día que aquí se unan realmente y exijan sus derechos, muchos se van a poner a temblar. Como en Estados Unidos.

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