jueves, 6 de diciembre de 2007

¡ Mama, quiero una casa con patio en Cartagena!


Quisiera tener una casa con patio en la Cartagena colonial, en el que aún resuenen los poemas de Florentino Ariza entre grandes plantas tropicales. Tras ver "El amor en los tiempos del cólera" no se si es muy bueno que lo primero que se me ocurra sean bajos instintos inmobiliarios.

La versión de Mike Newell, lujosa en su reparto, de la inmortal novela de Gabriel García Márquez ha sido más bien vilipendiada por la crítica, al menos en Estados Unidos. Supongo que su cuna es en gran parte culpable de los prejuicios con los que fue recibida. Si nadie hubiera leído la novela o el guión fuese una pura invención de Ronald Harword habría habido más benevolencia.

No está tan mal, a pesar de que el realizador haya hecho su trabajo sin la menor pasión y con la mínima garra. El reparto es lo mejor. El maquillaje que avejenta a los actores resulta meritorio... aunque el día que le tocó a Giovanna Mezzogiorno se diría que el trabajo lo asumió la becaria por enfermedad del titular. O sea que si Bardem es un septuagenario muy creíble, la italiana -en teoría más o menos de su quinta- se plantó en la cincuentena. Eso sí, el efecto digital o lo que sea del cuerpo avejentado de Fermina-Giovanna en la cama merece por sí sólo un Oscar.

Otra cosa curiosa de "El amor en los tiempos del cólera" es que se hace larga... y a la vez parecen haberse quedado en el disco duro del ordenador unas cuantas secuencias. El desafío era enorme y Newell y sus productores se han conformado con quedarse a medio camino. No podía conservar el erotismo del texto original, por obvias razones de censura comercial, pero abundan las tetas... Caballeros, prepárense para una buena colección de chicas deseables... con mención especial para Ana Claudia Talancón, Marcela Mar, Angie Cepeda y una regordeta Laura Helena Harring. Supongo que era extremadamente difícil combinar en pantalla la promiscuidad copulativa de Florentino con el inmarcesible enamoramiento por su amor de juventud, y al final da la sensación que el poeta fornicador colecciona amantes sólo para rellenar cuadernitos.

Entre los actores, brillan primero Bardem y luego la brasileira Fernanda Montenegro, con Mezzogiorno haciendo lo que puede.

Y volviendo al principio... qué bellas son las casas de Cartagena, qué hermoso es el tropical paisaje colombiano, y qué bonitos son el amor eterno y la jodienda sin enmienda. En la obvia secuencia final de puesta de sol con el barco donde yacen los ancianos Florentino y Fermina, hasta solté una tímida lagrimita.

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