viernes, 21 de diciembre de 2007

Spam navideño


Uno es de natural nostálgico. Porque al fin y al cabo lo que hemos vivido es nuestro, es nuestra historia, nos pertenece. El futuro, por contra, está en el limbo y no se sabe qué dará. Y el presente es normalmente lo jodido, la resolución diaria de los problemas con los que el destino nos entretiene.

No voy a castigarles con reflexiones filosóficas a estas intempestivas horas. Sólo quiero recordar los viejos christmas ahora que el correo de nuestra redacción rebosa de felicitaciones con enlace a una bonita animación flash.

Todavía recuerdo cuando uno iba a comprar las tarjetas de felicitación navideña, mejor las de Unicef, que aunque eran más caras correspondían exactamente con el espíritu tendenciosamente humanitario del momento. Y te pasabas una tarde rellenándolas, metiéndolas en su sobre, pegando el sello, para al día siguiente ir a Correos a dar trabajo extra a los carteros.

Ahora, en cambio, prevalece la cutrez de sacar de alguna parte una animación vulgar aún menos original que las felicitaciones de los artistas que pintaban con los pies o la boca, y a descargar la libreta del outlook inundando los buzones ajenos con los buenos deseos y "con esto y un bizcocho, feliz 2008"...

A mi me parece una especie de spam más o menos cordial pero finalmente para deprimir a cualquiera. Entiendo que las empresas con las que uno trafica durante del año no se tomen la molestia más que de rebotarte la animación de marras como a 647 clientes más, pero lo que sí me jode es que mis amigos hagan justamente lo mismo.

Antes de la época del bendito internet, aunque repitiéramos los consabidos mensajes de generosos deseos, se escribían a mano. Había un esfuerzo detrás, una prueba de que prevalecía un cariño o una amistad que justificaba esos minutos y la saliva del sello. Ahora basta con copiar y pegar, un clic y tus 20 contactos más personales reciben la misma felicitación digitalmente idéntica, aséptica, impersonal y fría como un pixel.

Ciertamente, la Navidad no es lo que era. Y no me refiero al precio del pavo o que el besugo se haya extinguido. En realidad, queridos amigos, nada es lo que era. Esperemos al menos que tampoco sea lo que será. Dicho lo cual, les felicito de manera personal y única a cada uno de ustedes por tener la gentileza de haber perdido unos minutos leyéndome...

No hay comentarios:

Google