jueves, 10 de enero de 2008

Los crímenes anónimos de Alex de la Iglesia


"Los crímenes de Oxford" es la película de Alex de la Iglesia que menos parece de Alex de la Iglesia. Como si el cineasta -director y guionista- vasco quisiera subrayar uno de los mensajes de su cinta, que nada es verdad, que las apariencias engañan y que toda prueba puede ser falsa, ha filmado un "thriller" con elementos filosófico-matemáticos como si fuese un trabajo de encargo en el que sus "tics" personales debían diluirse sin dejar casi huella.

Este jueves he visto por fín la esperada nueva obra del admirado director de "El día de la bestia" y "Crimen ferpecto", en la que para hallar algo del humor negro e iconoclasta que siempre ha caracterizado a De la Iglesia debemos acudir con un cerdo especializado en detectar trufas blancas.

Los "thrillers" de asesinatos en serie con extrañas motivaciones que tocan lo místico, lo religioso o como aquí lo intelectual están de moda. Alex, al que he seguido con amistosa atención desde que Pedro Almodóvar le produjo su opera prima hace década y media, quiso afianzarse en el cine internacional años ha de la mano de un personaje de nuestra infancia común, el mítico Fú-Manchú, un genio del mal aún no reciclado por el Séptimo Arte contemporáneo. Aquel proyecto fracasó por su alto coste y quizás también por la ineptitud o mala suerte del productor español de turno que no logró financiamiento a pesar de pasear el proyecto por festivales y mercados y tener a bordo a Jeff Goldblum.

Han tenido que pasar cerca de diez años para que el vizcaino haya logrado hacer realidad otro proyecto internacional de peso, sin salirse sobre el papel del elemento criminal que ha estado en muchas de sus películas, sólo que aquí el estilo es diferente. De hecho no es que no sea un estilo De la Iglesia, sino que directamente la realización se borra puede que en honor de la trama, aunque dejo estas apreciaciones a los críticos. Yo soy un simple periodista, amante del cine y que suele disfrutar con las películas de mi compatriota.

Y no es que esta vez no lo haya hecho. Cuenta con un "casting" internacional y de lujo (Elijah Wood y John Hurt), por mucho que la producción haya sido mayoritariamente española de nuevo. "Los crímenes de Oxford" podría ser un bastante correcto film británico o norteamericano, aunque se le pondrían peros en base a su trama rebuscada y con detalles traídos por los pelos. El director respalda la intención del guión de engañar al espectador o de demostrarle que se equivoca a base de pequeñas trampas en las que se cae irremisiblemente. Sí, es un film bastante tramposo. Pero también tiene su lógica, porque se trata de entrar en el juego de la novela y la película, la insoportable relatividad de todo, lo equívoco de las apariencias y la negación de reglas matemáticas o de otro tipo que rigen comportamientos humanos y sucesos naturales o artificiales.

Probablemente Alex ha querido con esta película jugar, no como alguno erroneamente podría pensar para abrirse camino en el cine internacional, porque posiblemente causara más impacto con "Perdita Durango" que con esta no muy inspirada "Los crímenes de Oxford", donde -eso sí- es difícil no caer rendido ante Leonor Watling, que nos descubre una nueva y sabrosa receta para comer espaguetis y se pasea ante la cámara sólo vestida con un delantal de cocina incapaz de abarcar sus cálidas formas. Ahí si detecté la afición gastronómica -también compartida- de Alex.

A ver cómo se vende "Los crímenes de Oxford" y qué respuesta recibe en la taquilla nacional. Quisiera equivocarme pero no sería ahora mismo demasiado optimista. Las ventas internacionales, por el elenco y la intriga de moda, sí deberían dar resultados por encima de la mayor parte del cine español.

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