
Las estrellas de cine han creado, desde que el Séptimo Arte, en su momento el más popular de todos, se afianzó industrialmente, una fascinación enorme entre sus consumidores. Eran y son guapos, ricos y famosos. El paradigma del éxito: hacen lo que les gusta y encima son pagados espléndidamente. Viajan en primera, se alojan en los mejores hoteles, son invitados a fiestas y festivales, están rodeados de otros míticos personajes de carne y hueso... Muchos piensan que viven en el mejor de los mundos. Yo no estoy tan seguro...
No puedo decir que he tratado a muchas estrellas, pero sí he estado más cerca de algunas que el común de los mortales, y así he podido ver cómo es una parte de su existencia menos conocida, el ser prisioneros de su imagen y su profesión. Ser llevados y traídos de un lado a otro para aguantarnos a nosotros los periodistas, tener que sonreir a los fotógrafos por mal que te encuentres, y recorrer el mundo justo para un estreno y unas entrevistas.
Nadie nos enseña en los colegios que todo en la vida tiene un precio. No nos explican la fórmula para manejar el éxito o el fracaso. Se nos oculta que hay siempre una cara y una cruz en cada sueño que podamos acariciar. Y puedo garantizarles que el ser un astro de la pantalla te obliga a una pesada carga, por mucho que brinde muchas ventajas que ni usted ni yo tenemos. El número de artistas que acaba mal por culpa de la droga u otras adicciones es bastante significativo. Soportar un gran número de tensiones, exigencias, limitaciones... no es siempre fácil. Puedo entenderles muy bien.
Todo esto viene a cuento de Penélope Cruz. Ahora dicen que sale con Bono, el de U2. La carrera sentimental de la madrileña no tiene desperdicio. Está claro que le gustan atractivos y famosos. Y, como ella. son la mayoría de las figuras de la pantalla las que buscan entre sus pares una pareja. No creo que obedezca sólo a los intereses comunes o a su atractivo superior quizás al de la mayoría, sino que probablemente ya no pueden relacionarse con nadie fuera de su estrecha y brillante jaula de oro. No pueden frecuentar locales públicos sin guardaespaldas y reserva en zona VIP. Si se van de vacaciones debe ser a un lugar tan discreto y exclusivo que les garantice intimidad, porque ese anonimato del que gozamos los demás. ellos lo perdieron hace tiempo.
No se ustedes, pero yo a veces me he sentido muy feliz al pasearme por un ciudad donde nadie me conoce. Da una gran libertad. Puedes ser mucho más tu mismo que allí donde te puedes cruzar con conocidos, compañeros, familia, enemigos... De esa libertad carece Penélope Cruz y muchos de sus colegas. Supongo que si dijera que me dan a veces un poco de lástima muchos dirían que soy imbecil y que hay cientos de razones para envidiarles. No es que les compadezca, pero de verdad que no me dan mucha envidia... salvo cuando miro mis extractos bancarios.
No puedo decir que he tratado a muchas estrellas, pero sí he estado más cerca de algunas que el común de los mortales, y así he podido ver cómo es una parte de su existencia menos conocida, el ser prisioneros de su imagen y su profesión. Ser llevados y traídos de un lado a otro para aguantarnos a nosotros los periodistas, tener que sonreir a los fotógrafos por mal que te encuentres, y recorrer el mundo justo para un estreno y unas entrevistas.
Nadie nos enseña en los colegios que todo en la vida tiene un precio. No nos explican la fórmula para manejar el éxito o el fracaso. Se nos oculta que hay siempre una cara y una cruz en cada sueño que podamos acariciar. Y puedo garantizarles que el ser un astro de la pantalla te obliga a una pesada carga, por mucho que brinde muchas ventajas que ni usted ni yo tenemos. El número de artistas que acaba mal por culpa de la droga u otras adicciones es bastante significativo. Soportar un gran número de tensiones, exigencias, limitaciones... no es siempre fácil. Puedo entenderles muy bien.
Todo esto viene a cuento de Penélope Cruz. Ahora dicen que sale con Bono, el de U2. La carrera sentimental de la madrileña no tiene desperdicio. Está claro que le gustan atractivos y famosos. Y, como ella. son la mayoría de las figuras de la pantalla las que buscan entre sus pares una pareja. No creo que obedezca sólo a los intereses comunes o a su atractivo superior quizás al de la mayoría, sino que probablemente ya no pueden relacionarse con nadie fuera de su estrecha y brillante jaula de oro. No pueden frecuentar locales públicos sin guardaespaldas y reserva en zona VIP. Si se van de vacaciones debe ser a un lugar tan discreto y exclusivo que les garantice intimidad, porque ese anonimato del que gozamos los demás. ellos lo perdieron hace tiempo.
No se ustedes, pero yo a veces me he sentido muy feliz al pasearme por un ciudad donde nadie me conoce. Da una gran libertad. Puedes ser mucho más tu mismo que allí donde te puedes cruzar con conocidos, compañeros, familia, enemigos... De esa libertad carece Penélope Cruz y muchos de sus colegas. Supongo que si dijera que me dan a veces un poco de lástima muchos dirían que soy imbecil y que hay cientos de razones para envidiarles. No es que les compadezca, pero de verdad que no me dan mucha envidia... salvo cuando miro mis extractos bancarios.