viernes, 6 de julio de 2007

Las lágrimas de Carmen Calvo pueden salpicar a Fernando Lara


Dicen las crónicas que la ministra de Cultura, Carmen Calvo, lloró cuando se enteró en el Consejo de Ministros de que José Luis Rodríguez Zapatero, su presidente y el del resto de los españoles, le había buscado un sustituto. Ignoro si habrá por ahí más gente dolida aparte de mi estimada egabrense, que como los maridos ha sido la última en enterarse.

Honestamente, no puede decirse que haya realizado una gestión brillante. El cine se le ha atragantado. Diversos sectores pedían un cambio legislativo y sin duda había que hacerlo, pero al final, aunque sea "hija suya" esta Ley de Cine que ahora anda por el Congreso tras ser aprobada por el Gobierno, le ha salido minusválida.

El proceso fue mal llevado desde el principio. Anunció en varias ocasiones un magno "Congreso del cine español" que nunca llegó a hacerse (no se si hubiera servido de algo, pero mejor pensar primero y anunciar después que pregonar y luego no dar trigo). Tras bastante opacas reuniones con los sectores implicados en esta reforma de la legislación cinematográfica resulta que sólo son los productores los felices. El famoso "talante" de Zapatero ha chocado -por culpa no se si de la precipitación o de la falta de recursos negociadores de Calvo- con serias oposiciones y hasta una huelga de exhibidores.

El caso es que a la pobre Calvo el presidente le ocultó que la iba a botar, y ahora se tendrá que volver a Andalucía a penar su soledad de política destituída. Personalmente, lo que me preocupa es que el nuevo ministro, que dicen no lo ha hecho nada mal en el Instituto Cervantes (sobre todo en comparación con aquel Jon Juaristi de infausto recuerdo que mandó vetar a Julio Medem), pueda pensar en sustituir a Fernando Lara, el actual responsable del Instituto del Cine, con una brillante trayectoria en la Seminci. Lo nombró la ex ministra, y puede que Molina lo quiera cambiar por alguna persona afín. También habrá quien piense que a Lara le ha podido acabar salpicando las incapacidades de su jefa, cuyo último acto público habrá sido ese lamentable espectáculo de políticos "cinéfilos" que hicieron el lunes de "teloneros" de Woody Allen en Barcelona (véase el comentario correspondiente en este mismo blog).

Además, el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales se convertirá en Agencia Estatal (que tampoco sé que puede querer decir, o si es simplemente un mamoneo administrativo-semántico), motivo por el cual el cambio de titular tendría un posible sentido. En cualquier caso estoy convencido de que será muy difícil encontrar a una persona con la capacidad de gestión, espíritu de trabajo, buen rollo y conocimientos del asunto que tiene Fernando Lara.

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